Volkswagen echa el cierre por primera vez a una de sus fábricas de coches y afecta a 225 trabajadores

La factoría de Dresde dejará de ensamblar vehículos desde el martes 16 de diciembre de 2025 y se transformará en un campus de investigación en inteligencia artificial, robótica y chips, en colaboración con la Universidad Técnica de Dresde. El cierre afecta a 225 empleados y abre una nueva etapa en la relación del fabricante con la ciudad sajona.

Volkswagen pondrá fin mañana a la producción de vehículos en la Fábrica de Cristal de Dresde, en lo que supone el primer cierre de una línea de ensamblaje en Alemania en los 88 años de historia del grupo. La planta, de pequeño tamaño, ha producido menos de 200.000 coches desde 2002, una cifra muy modesta si se compara con la capacidad anual de Wolfsburgo.

¿Es un cierre total de la planta de Dresde? La respuesta es no. El terreno será alquilado a la Universidad Técnica de Dresde, que instalará un campus de investigación centrado en inteligencia artificial, robótica y semiconductores, mientras que Volkswagen seguirá utilizando parte del recinto para la entrega de automóviles a clientes y como atractivo turístico. Ambas instituciones se han comprometido a invertir 50 millones de euros en los próximos siete años para impulsar el proyecto.

Volkswagen cierra la Fábrica de Cristal de Dresde y la orienta a un campus de IA y chips

La decisión llega después de un año de fuertes tensiones laborales. En 2024, Volkswagen trasladó a los sindicatos alemanes su intención de clausurar tres plantas en el país por el aumento de costes y la debilidad de la demanda, lo que habría supuesto las primeras cerradas en su mercado de origen. Tras unas negociaciones intensas con los representantes de los trabajadores, presentes en el consejo de supervisión, el grupo renunció a esos cierres a cambio de reducir plantilla en Alemania mediante salidas voluntarias.

Dresde era uno de los centros señalados por su bajo rendimiento. Inaugurada en 2001 como “fábrica de cristal”, se concibió como una vitrina de producción de vehículos de gama alta y como refuerzo de imagen de marca. En la práctica, la instalación ensamblaba unas 6.000 unidades al año, funcionando más como escaparate tecnológico que como una planta industrial de gran volumen.

La situación laboral en Dresde: cuántos empleados afecta el cierre y qué alternativas se ofrecen

El apagado de la línea de montaje, que culmina este mes, impacta sobre 225 empleados. Entre 50 y 60 trabajadores recibirán propuestas de traslado a otros centros del grupo o de jubilación anticipada. Para quienes acepten mudarse a la planta de Wolfsburgo, Volkswagen plantea un pago único de 30.000 euros, según los términos recogidos en las negociaciones difundidas por Bloomberg.

¿Están obligados los trabajadores a abandonar Dresde? La respuesta también es no. Los acuerdos laborales vigentes hasta finales de la década recogen que los empleados no tienen obligación de cambiar de ciudad y que conservarán sus contratos incluso si sus puestos concretos desaparecen en la Fábrica de Cristal, lo que reduce parte de la incertidumbre inmediata.

En resumen, las principales medidas previstas para la plantilla son las siguientes:

  • 225 empleados afectados por el apagado de la línea de producción.
  • Entre 50 y 60 con ofertas de traslado a otras plantas o jubilación anticipada.
  • Pago único de 30.000 euros para quienes se trasladen a Wolfsburgo.
  • Garantía de mantener contrato y residencia en Dresde hasta final de la década.

Este paquete de medidas busca amortiguar el impacto social del cierre productivo, aunque abre un periodo de transición laboral que no será sencillo para muchos trabajadores.

Estrategia oficial de Volkswagen: alianza con la Universidad de Dresde y apuesta por los semiconductores

Volkswagen quiere aprovechar las capacidades tecnológicas de la Universidad Técnica de Dresde y el papel creciente de la ciudad en el mapa europeo de semiconductores, donde ya se desarrollan proyectos de chips vinculados a empresas como Robert Bosch, Infineon y TSMC. La universidad utilizará casi la mitad de las instalaciones y los proyectos conjuntos de investigación comenzarán el próximo año. No es un cambio menor: la antigua planta de coches pasa a ser pieza del ecosistema de alta tecnología de la región.

Para visualizar la transformación de la Fábrica de Cristal, puede resumirse así:

AspectoAntes del cierre de la líneaDespués de la reconversión
Actividad principalMontaje de vehículos de gama alta, e-Golf e ID.3Campus de investigación en inteligencia artificial, robótica y chips
Producción o usoUnas 6.000 unidades al año, menos de 200.000 desde 2002Uso académico e I+D, entrega de vehículos y mantenimiento como atracción
Socio claveProveedores y otras plantas del Grupo VolkswagenUniversidad Técnica de Dresde como arrendataria principal
Rol en la ciudadVitrina tecnológica de VolkswagenPunto de referencia dentro del mapa europeo de semiconductores

En este sentido, la compañía intenta convertir un activo de baja rentabilidad industrial en una plataforma de innovación compartida con el mundo académico, manteniendo presencia en la ciudad sin el coste de una planta infrautilizada.

Historia, singularidad y futuro de la Fábrica de Cristal de Volkswagen en Dresde

La Fábrica de Cristal se concibió como un concepto de producción innovador. La mayoría de los componentes llegaban desde otras plantas del grupo y proveedores a un centro logístico en Friedrichstadt. Desde allí, dos tranvías de carga CarGo Tram trasladaban las piezas hasta la planta siguiendo el trazado del transporte municipal, con un suministro “just in time” al nivel subterráneo de logística, mientras que las carrocerías, procedentes de la planta de Mosel, se almacenaban tras la característica fachada de cristal.

Inicialmente, la instalación fue diseñada para producir el Volkswagen Phaeton, una superberlina de lujo, permitiendo que los clientes asistieran al montaje final de su vehículo. En los últimos años, la planta había ensamblado el Golf eléctrico y el ID.3. La logística interior se basaba en pequeños contenedores guiados automáticamente, de forma que cada carrocería avanzaba por la línea “acompañada” de su propio contenedor de componentes, evitando almacenajes intermedios.

Dado lo anterior, el cierre de la línea de producción no solo marca un hito en la historia industrial de Volkswagen, sino que reorienta un símbolo de la marca hacia la investigación tecnológica. Dresde pierde una planta de ensamblaje, pero gana un campus especializado en inteligencia artificial, robótica y chips que puede reforzar su posición en la industria europea de semiconductores.

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