El Juzgado de lo Social n.º 2 de Ferrol le negó la gran invalidez al considerar que puede desempeñar otro empleo pese a sus 200 citas médicas anuales.
Un florista de Ferrol, aquejado de una enfermedad renal crónica en grado 5 A3 y otras patologías severas, ha vuelto a los tribunales para reclamar la gran invalidez, o, al menos, la incapacidad permanente absoluta, que el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) y el Juzgado de lo Social nº 2 de Ferrol le han denegado. Su abogado ha recurrido la sentencia ante el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) alegando que el trabajador requiere diálisis diaria, sufre frecuentes caídas y necesita ayuda para tareas básicas, por lo que no puede ejercer ningún empleo.
El florista de Ferrol y su lucha judicial por la gran invalidez que le niega el INSS y el Juzgado Social
El demandante, que llevaba años al frente de una pequeña florería (su proyecto vital) se vio obligado a cerrar el negocio cuando su salud se deterioró bruscamente. La crónica insuficiencia renal, la polineuropatía diabética y una retinopatía asociada, entre otras dolencias, le obligan a pasar gran parte del mes en consultas médicas: «El año pasado fui al médico más de doscientas veces», lamenta.
En primera instancia, el INSS le reconoció una incapacidad permanente total para su profesión de florista, lo que le permite percibir una pensión de 577 euros y, en teoría, le habilita para buscar otro trabajo “compatible”. Sin embargo, su estado físico (catéter peritoneal, inestabilidad al caminar y serias limitaciones manuales) hace inviable cualquier actividad laboral.
Informes médicos, diálisis diaria y una pensión que no cubre las necesidades básicas familiares
Según los informes del Sergas aportados al procedimiento, el cuadro clínico del trabajador ha empeorado desde la valoración del Equipo de Valoración de Incapacidades (EVI). Ahora necesita apoyo continuo de terceros para actividades esenciales y su esposa ha solicitado una reducción de jornada para atenderle. La familia subsiste con la pensión mínima reconocida, cifra que aumentaría en unos 200 euros si prospera el recurso por gran invalidez.
El letrado critica que la magistrada de Ferrol no valorase el agravamiento posterior ni la evidencia de la dependencia funcional: “Hablamos de una persona que no solo no puede vender flores; necesita ayuda para vestirse, caminar y hasta para los propios cuidados derivados de la diálisis”.
El fallo del Juzgado Social y las claves del recurso ante el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia
La sentencia recurrida sostiene que el demandante podría realizar “otras actividades de menor exigencia física”, respaldándose en que la incapacidad total no impide la búsqueda de empleo diferente. Frente a esta tesis, la defensa insiste en que la doctrina del Supremo reconoce la gran invalidez cuando la asistencia de terceros resulta imprescindible, sin que importe la edad o la cualificación profesional previa.
El TSXG deberá pronunciarse ahora sobre si concurren los requisitos para elevar el grado de incapacidad. De acoger el recurso, la resolución sentaría un precedente relevante para pacientes con patologías renales avanzadas que dependen de terapias sustitutivas continuas.
Qué supone cada grado de incapacidad permanente y cómo afecta al trabajador ferrolano en su día a día
La normativa distingue cuatro niveles: parcial, total, absoluta y gran invalidez. Mientras la total impide continuar en la profesión habitual, la absoluta inhabilita para cualquier trabajo y la gran invalidez, además, exige ayuda externa para los actos cotidianos. Es en este último escalón donde encaja, según la defensa, la situación del florista, pues su autonomía personal está gravemente comprometida y su frecuencia de tratamientos médicos hace imposible un horario laboral regular.
En caso de estimarse la demanda, el fallo podría impulsar revisiones de otros expedientes similares en la comunidad gallega, especialmente los relacionados con pacientes de diálisis peritoneal. Además, reforzaría la línea jurisprudencial que prioriza la capacidad real del trabajador frente a valoraciones estrictamente teóricas del puesto.
Por el momento, el florista ferrolano mantiene la esperanza de que el TSXG reconozca una incapacidad acorde a su realidad: «Yo pagaría por trabajar, pero estoy enfermo y me la niegan». Mientras tanto, continúa su tratamiento y la espera judicial, con la vista puesta en una pensión que le permita vivir con dignidad y garantizar el sustento de su familia.