Un experto del SEPE aclara la razón definitiva por la que los autónomos no pueden cobrar el subsidio para mayores de 52 años

La mañana en la que el café sabe a lunes y la cuenta del banco recuerda la cuesta de fin de mes, muchos autónomos se preguntan qué pasará cuando crucen la barrera de los 52 años y su negocio ya no dé para tanto. Entre facturas que vencen y clientes que pagan tarde, la idea de un subsidio estatal suena casi a oasis.

Sin embargo, ese alivio no llega para los trabajadores por cuenta propia, por más que hayan cumplido con la Seguridad Social durante años. El SEPE lo deja claro: sin situación legal de desempleo, no hay paga. Y aquí es donde empieza la letra pequeña, esa que solemos leer con la misma pasión que un manual de instrucciones, y los ‘peros’ administrativos. Porque sí, cotizar es necesario, pero en este caso no es suficiente.

¿Por qué los autónomos no consiguen el subsidio para mayores de 52 años?

Primero, conviene recordar la regla de oro del SEPE: solo tiene derecho al subsidio quien se encuentra en situación legal de desempleo. Traducido al castellano de ventanilla: hay que haber trabajado por cuenta ajena y haber cesado de forma reconocida. El Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) no cotiza a desempleo, así que, como puntualiza Fernando Maján, asesor de la Subdirección General de Prestaciones, «no da acceso en ningún momento al subsidio para mayores de 52 años».

Dicho de otro modo, aunque el autónomo cierre la persiana y devuelva la máquina de café, el sistema no lo reconocerá como parado a efectos de esta ayuda. La normativa exige haber agotado una prestación contributiva o encontrarse en desempleo legal, requisitos que los autónomos, por muy madrugadores que sean, no cumplen de serie.

¿Qué pasa con quien tiene 14 años y tres meses cotizados?

El caso que destapa la duda es el de una oyente con 14 años y 3 meses de cotización, a la que le faltan 9 meses para acumular los 15 años que exige el subsidio. Pensó en darse de alta como autónoma un tiempo para sumar ese tramo y después darse de baja, pero la jugada no cuela. Aunque alcanzaría los 15 años, seguiría sin la situación legal de desempleo y, por tanto, sin derecho al cobro.

La moraleja es sencilla (y un poco amarga): sumar meses en el RETA sirve para la pensión futura, pero no para este subsidio concreto. Y la burocracia, ya se sabe, no suele hacer excepciones de última hora.

La única puerta de entrada: un trabajo por cuenta ajena

Maján lo resume sin rodeos: la persona interesada deberá encontrar un empleo asalariado, cotizar a desempleo y, si ese contrato termina tras más de 3 meses, entonces sí podrá solicitar la ayuda. Parece un contrasentido, trabajar para poder cobrar cuando dejes de trabajar, pero así está escrito en el BOE.

En la práctica, esto obliga a muchos profesionales a aparcar temporalmente su actividad o compatibilizarla con un contrato a tiempo parcial que cubra la carencia. Un malabarismo que ni el mejor equilibrista fiscal resolvería sin cierta dosis de paciencia (y de papeleo, por supuesto).

Pasos prácticos para no quedarse sin ayuda

Antes de que cunda el pánico, conviene repasar las alternativas reales que quedan sobre la mesa. A continuación se resumen de forma sencilla:

  • Buscar un contrato por cuenta ajena de al menos 3 meses que cotice a desempleo.
  • Finalizar el contrato de forma involuntaria (despido, fin de obra o fin de contrato temporal).
  • Solicitar la prestación contributiva y agotarla por completo.
  • Pedir el subsidio para mayores de 52 años, aportando los 15 años mínimos de cotización y el nuevo cese legal.

Como ves, la clave está en cambiar de casilla dentro del tablero laboral para que el SEPE reconozca la partida.

Conclusión: el ‘truco’ está en la casilla de salida

Por más que suene tentador darse de alta y baja como autónomo para cuadrar los años, el SEPE no lo aceptará como puerta de entrada al subsidio. La única vía pasa por un contrato por cuenta ajena con paro cotizado.

Parece un laberinto, sí, pero conocer las reglas evita golpes contra la pared administrativa. Y, quién sabe, quizá ese contrato puente termine abriendo nuevas oportunidades laborales antes de que el subsidio sea siquiera necesario.

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