¿Alguna vez has pensado que la guerra entre vecinos por una simple “vista al mar” podía costar más que un piso en plena Gran Vía? Pues bien, en la exclusiva isla de Nantucket (Massachusetts) un propietario no encontró mejor idea que talar 16 árboles ajenos para despejar su horizonte azul.
El resultado ha sido una reclamación de 1,2 millones de euros, casi nada para un capricho con motosierra. La dueña indignada alega pérdida de sombra, estética y privacidad, mientras el acusado saca pecho anunciando su casa con “panorámica de revista”. Y en medio de todo, la comunidad local observa cómo la tala del 22 de febrero ha pasado de ser un corte clandestino a un litigio que huele a billete grande. ¿Te suena familiar la típica historia de “mi terreno, tus vistas”? Aquí va el detalle.
¿Qué ocurrió exactamente el 22 de febrero en Nantucket?
El 22 de febrero, Jonathan Jacoby cruzó (sin permiso) la linde de su vecina Patricia Belford y taló 16 árboles de más de nueve metros, entre cedros, cerezos y cipreses de Leyland. Estos ejemplares, sembrados en la década de 1970 por la familia Belford, llevaban casi medio siglo actuando como barrera visual y acústica.
Según la denuncia, Jacoby actuó “a sabiendas” para ganar una vista limpia del océano Atlántico. Incluso pidió a su antiguo jardinero que le ayudara a retirar los troncos, dejando el jardín ajeno como un solar recién rasurado.
¿Por qué Patricia Belford reclama 1,2 millones de euros?
La demanda civil cifra los daños en 1,4 millones de dólares (1,2 millones de euros). De esa cantidad, 486 000 dólares corresponden al coste detallado de replantar árboles de tamaño similar, algo que, como puedes imaginar, no se hace con cuatro esquejes y un cubo de agua.
El resto de la indemnización cubre el perjuicio patrimonial por perder sombra, privacidad y reducción de ruido. Belford sostiene que su terreno ha visto mermado su valor de mercado en una isla donde cada centímetro de vegetación se cotiza casi como el propio terreno.
¿Qué gana Jacoby al cortar los árboles y cómo piensa rentabilizarlo?
Jacoby no se ha quedado de brazos cruzados: ha puesto su vivienda a la venta por 10 millones de dólares (8,5 millones de euros). El reclamo principal del anuncio inmobiliario es, precisamente, la “vista despejada al mar” conseguida tras la tala. Ironías del mercado: pagas una fortuna para ver el mar gracias a unos árboles que, técnicamente, no te pertenecían.
Este movimiento ha levantado más suspicacias entre los 15 000 residentes de Nantucket, muchos de los cuales temen que la moda de la motosierra se convierta en atajo habitual para revalorizar mansiones.
Pasos si tu vecino talara tu arbolado sin permiso
Antes de que el susto se convierta en un agujero en tu cuenta corriente, conviene tener claro cómo reaccionar:
- Documenta los daños con fotos, fechas y, si es posible, declaraciones de testigos.
- Solicita un informe pericial que tase cada árbol afectado y el coste de replantación.
- Presenta denuncia civil reclamando indemnización por daños materiales y desvalorización del terreno.
- Valora la vía penal si hay indicios de acceso ilícito o daño intencionado.
- Negocia, pero sin ceder en lo esencial: tu derecho a la privacidad y al entorno natural también vale dinero.
Estos pasos te darán un respaldo jurídico sólido y evitarán que la historia acabe en un simple “lo siento, me pasé con la poda”.
Por tanto, más allá del chismorreo vecinal, el caso recuerda que la masa verde de tu parcela no es un decorado prescindible: es patrimonio protegido por la ley. Así que, la próxima vez que escuches el dulce zumbido de una motosierra al lado, quizá valga la pena asomarse a tiempo… antes de que tus árboles acaben convertidos en la vista de lujo de otro.