Los astrónomos han identificado un extraordinario depósito de agua girando alrededor de un cuásar a más de 12 mil millones de años luz de distancia. A esa distancia, la luz que vemos hoy comenzó su viaje no mucho después de que se formara el universo. El suministro de agua en ese lugar es enorme y contiene el equivalente a 140 billones de veces toda el agua de los océanos de nuestro planeta juntos.
Esta fuente se encuentra cerca de un agujero negro supermasivo que es 20 mil millones de veces más masivo que el Sol. El agujero negro está rodeado por un cuásar que emite tanta energía como mil billones de soles. Este cuasar, contiene la reserva más grande de agua conocida en todo el universo.
Matt Bradford es un científico de la NASA que dirige uno de los equipos involucrados en las observaciones. En base a sus afirmaciones, él dice que: “el entorno que rodea a este cuásar es muy singular, ya que produce esta enorme masa de agua”. “Es otra demostración de que el agua se encuentra presente en todos los rincones del universo, incluso en las épocas más remotas”.
Este agujero negro atrae materia hacia su interior. Al hacerlo, calienta gas y el polvo circundante, formando un área llena de moléculas que nunca se habían detectado a una distancia tan inmensa.
Conceptos básicos de los cuásares
Los cuásares se observaron por primera vez hace medio siglo, cuando los telescopios revelaron fuentes desconcertantes de brillo intenso en áreas distantes del espacio. Estos objetos no se parecen a ninguna estrella común y corriente. Eclipsan además a todas las estrellas de su galaxia juntas.
En el centro de los cuásares podemos encontrar agujeros negros supermasivos millones de veces más pesados que el Sol. Debido a estas circunstancias, los cuásares se convierten en uno de los fenómenos más brillantes y energéticos jamás observados. Estos elementos del universo permiten a los científicos mostrar cómo se formaron las galaxias, cómo se dispersó la materia y cómo se unieron las primeras estructuras del mismo.
Insólito lugar para encontrar agua
Los científicos han descubierto que en el entorno de este cuásar hay vapor de agua. Este gas sería sorprendentemente cálido y denso comparado con lo que es lo típico en nuestra vía láctea. El vapor de agua no es tan solo una molécula. Su presencia aquí estaría indicando que el cuásar está bañando su entorno con radiación que mantiene el gas relativamente caliente.
Los astrónomos también han detectado otras moléculas, como el monóxido de carbono, lo que indica que hay una gran cantidad de materia prima que puede alimentar al agujero negro a medida que continúa creciendo. Han realizado una serie de cálculos y han llegado a la conclusión de que hay tanto gas como para que el cuásar crezca en seis veces su tamaño actual.
Parte de este gas puede formar nuevas estrellas, mientras que otra parte podría ser expulsada al espacio. En cualquiera de las situaciones, estas condiciones permiten estudiar el universo cuando aún era joven.
Además de eso, el agua desempeña un papel fundamental en la evolución de las estrellas y las galaxias. Cuando las nubes de gas se enfrían, el agua contribuye a que esas nubes se colapsen con mayor facilidad, lo que conduce al nacimiento de estrellas.
Gracias a esto, los científicos obtienen nuevas pistas sobre cómo cambiaron las galaxias a medida que el universo envejecía y maduraba.
¿Cómo hallaron el cuásar en cuestión?
El equipo de Bradford comenzó a recopilar datos en 2008 con un instrumento llamado Z-Spec en el Observatorio Submilimétrico del Instituto Tecnológico de California.
Este telescopio de 33 pies se encuentra cerca de la cima de Mauna Kea, en Hawái. Más tarde confirmaron sus hallazgos utilizando el Conjunto Combinado para la Investigación en Astronomía de Ondas Milimétricas, un conjunto de antenas parabólicas ubicadas en lo alto de las montañas Inyo en el sur de California.
Mientras tanto, otro grupo dirigido por Dariusz Lis, investigador asociado senior en física en Caltech y subdirector del Observatorio Submilimétrico de Caltech, utilizó el interferómetro Plateau de Bure en los Alpes franceses. En 2010, el equipo de Lis encontró indicios de agua en este cuásar al detectar una única firma, mientras que el equipo de Bradford descubrió múltiples señales que revelaron la enorme cantidad de agua presente.
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