La tradicional caña de cerveza pierde terreno frente a jarras y copas más grandes, cambiando costumbres y dejando huérfana la expresión “irse de cañas”.
Pedir una caña y recibir una copa de 33 cl ya es el pan de cada día. La clásica medida de 20 centilitros, símbolo de la cultura cervecera española, desaparece a toda velocidad: los hosteleros aseguran que la clientela prefiere formatos más grandes y baratos, mientras nostálgicos lamentan el adiós a un icono de barra.
La desaparición de la caña de cerveza en España y sus causas principales
El vaso de caña llegó a popularizarse a finales del siglo XIX, cuando Mahou lo servía en su terraza madrileña de Amaniel. Hoy, ese recipiente apenas se ve. ¿Qué ha pasado? Por un lado, el precio: ofrecer más cantidad por poco más dinero impulsa a bares y cerveceras a priorizar las pintas o jarras. Por otro, los hábitos del consumidor han cambiado; quien antes bebía “un par de cañas rápidas” ahora se inclina por una única copa más grande que se alargue en la sobremesa. Estos son los principales motivos detrás del adiós a la caña:
- Preferencia por mayor volumen: el cliente percibe más “valor” en vasos de 33 cl o más.
- Menor stock hostelero: bares reducen referencias y evitan almacenar varios tipos de vaso.
- Rentabilidad en cocina: lavar menos vasos grandes abarata agua, detergente y tiempo.
- Cambio en el consumo diario: la gente desayuna en taza y, al mediodía, pide jarra.
Cómo están respondiendo los hosteleros españoles ante la falta de vasos de caña
Esther Martínez, dueña de un bar de barrio, lo resume así: “Sirvo lo que se vende; si nadie pide caña, el vaso ocupa espacio”. De hecho, los proveedores de cristalería confirman que la demanda de 20 cl ha caído un 60 % en cinco años. ¿Te sorprende el dato? Pues añade que algunos mayoristas han eliminado la referencia de sus catálogos.
Medida habitual | Capacidad (cl) | Disponibilidad en bares 2025 |
---|---|---|
Caña | 20 | Muy baja |
Doble | 33 | Alta |
Jarra | 50 | Creciente |
Pinta | 56 | Alta en locales “beer‑lover” |
Como ves, la balanza se inclina claramente hacia los vasos grandes.
Consecuencias culturales y económicas de sustituir la caña por vasos de mayor capacidad
Perder la caña no es solo cuestión de mililitros. El “voy a tomar una caña” forma parte del vocabulario social, casi tanto como el tapeo. Sin esa medida, la expresión se vacía de sentido. Económicamente, los hosteleros venden más líquido por servicio, pero reducen el número de consumiciones. Esto quiere decir que las marcas también reestructuran su marketing, enfocándose en formatos XL que elevan el ticket medio, aunque acorten el tiempo de rotación en barra.
¿Y la espuma? Los expertos advierten de que la cerveza aguanta mejor sus matices a menor temperatura y con volumen contenido, algo que la caña garantizaba. En consecuencia, la experiencia organoléptica podría empobrecerse, pese a la aparente ganancia de cantidad.
¿Existe alguna esperanza para salvar la tradición de irse de cañas en España?
Algunos bares especializados reivindican el vaso de 20 cl en eventos temáticos, y las redes sociales empiezan a llenarse de campañas nostálgicas (#SalvemosLaCaña). No obstante, la realidad dicta que, si el consumidor no la pide, el proveedor no la fabrica.
Si quieres brindar con una auténtica caña, quizás tengas que buscarla pronto antes de que se convierta en pieza de museo. ¿Te animas a exigirla en tu próximo bar? Tal vez, con la presión suficiente, el mítico vaso vuelva a coronar las barras españolas.