El mayor banco de Brasil ejecuta un recorte en áreas de Sao Paulo tras vigilar durante medio año el desempeño en ordenadores corporativos. Alega “baja adhesión al teletrabajo” y bajo rendimiento; los sindicatos hablan de medida “abusiva” y exigen diálogo.
Durante seis meses de vigilancia, la entidad detectó periodos de inactividad de hasta cuatro horas o más en los equipos corporativos. Según sus registros, hubo empleados conectados solo el 20% de su jornada, frente al 75% de media del resto del banco, algo que calificó como “comportamientos incompatibles con los principios de confianza”.
Quiénes son los afectados y por qué el banco justificó los despidos
El recorte alcanza a aproximadamente 1.000 trabajadores de las áreas del Centro Tecnológico (CT), CEIC y Faria Lima, todas en Sao Paulo. La versión oficial apunta a “baja adhesión al teletrabajo” y bajo rendimiento tras un seguimiento prolongado. ¿Qué hay detrás de este movimiento? La entidad sostiene que la productividad quedó por debajo de sus estándares.
Los sindicatos, sin embargo, rechazan las formas y el fondo. Denuncian que no hubo diálogo previo ni advertencias. Piden reglas claras y respeto a los procedimientos internos.
Claves del caso, en breve
- Áreas afectadas: CT, CEIC y Faria Lima (Sao Paulo).
- Motivo esgrimido: “baja adhesión al teletrabajo” y bajo rendimiento.
- Evidencias internas: inactividad de hasta cuatro horas o más.
- Desconexión: algunos empleados conectados solo el 20% de la jornada.
- Comparativa: promedio del banco situado en el 75% de conexión.
Estas cinco notas explican el eje del conflicto y el tipo de métricas que la entidad ha puesto sobre la mesa.
Cómo se realizó el monitoreo de seis meses y qué midieron
El banco sostuvo un control durante medio año sobre los ordenadores corporativos. Se midió la conexión efectiva y la actividad registrada, detectando largos tramos sin interacción. ¿Hasta dónde puede llegar el control digital? La discusión se centra en la frontera entre supervisión y vigilancia, y en si el indicador de conexión refleja o no el trabajo real.
La conclusión empresarial fue tajante: una parte de la plantilla acumuló inactividad prolongada, e incluso casos con solo un 20% de conexión. Frente a eso, la media del banco rondó el 75%, distancia que la entidad considera significativa para justificar los ceses.
Críticas sindicales sobre control excesivo y ausencia de diálogo previo
El Sindicato dos Bancários calificó la decisión de “abusiva”. Subraya que faltó diálogo, advertencias o retroalimentación. Maikon Azzi, secretario general y trabajador de Itaú, apuntó a la complejidad del trabajo remoto: fallos técnicos, problemas de salud u organización de tareas que podrían alterar las métricas.
Neiva Ribeiro, al frente de otro colectivo sindical, cuestionó la transparencia de los criterios utilizados. A su juicio, el banco creó baremos de productividad sin explicar metas ni medición. ¿Puede una métrica de conexión sustituir a una evaluación completa del desempeño? Para los sindicatos, no.
Impacto en la plantilla híbrida y dudas económicas por beneficios
El caso prende las alarmas por su efecto en una plantilla donde el 60%, de unos 100.000 empleados, mantiene algún acuerdo híbrido. Los sindicatos piden cubrir las vacantes para no recargar al resto del personal.
Al mismo tiempo, señalan la paradoja de aplicar despidos cuando el banco obtuvo 22.636 millones de reales de beneficio neto (4.112,2 millones de dólares) en el primer semestre de 2025. ¿Se justifican estos ceses en plena bonanza? A continuación, un resumen con las cifras clave conocidas del expediente:
Aspecto | Dato |
---|---|
Empleados despedidos | Aproximadamente 1.000 |
Período de monitoreo | 6 meses |
Inactividad detectada | Hasta 4 horas o más |
Conexión mínima observada | 20% de la jornada |
Promedio de conexión del banco | 75% |
Zonas afectadas | CT, CEIC y Faria Lima (Sao Paulo) |
Plantilla con modelo híbrido | 60% de cerca de 100.000 empleados |
Beneficio neto primer semestre de 2025 | 22.636 millones de reales (4.112,2 millones de dólares) |
Por tanto, el choque no es solo numérico: abre una discusión sobre cómo se mide el trabajo en remoto y qué garantías deben acompañar cualquier despido masivo. ¿Y ahora qué? Los sindicatos insisten en negociar, reclaman transparencia y exigen que se cubran las vacantes para evitar sobrecargas. La pelota, por el momento, está en el tejado del banco.