El ocio acuático que marcó los veranos de los ochenta hoy languidece: 41 instalaciones llevan años cerradas y plantean un reto ambiental y urbanístico sin precedentes.
España abrió su primer gran parque acuático en 1985, cuando la economía crecía al calor de su entrada en la Comunidad Económica Europea. Cuatro décadas después, el balance impresiona: de los 230 complejos construidos desde entonces, 41 han echado el candado y se pudren a la intemperie. Dos arquitectas, Leonor Martín y Aida Navarro, recorren desde 2019 estas “ruinas de cloro” para medir su huella y preguntarse qué hacemos ahora con ellas.
Por qué, cuarenta años después de Aqualandia, tantos parques acuáticos abandonados han acabado clausurados en España
La estampa de toboganes desvencijados y piscinas secas no responde (al menos de forma directa) a la sequía. “No, no han cerrado por escasez de agua, sino fundamentalmente por cuestiones económicas”, subraya Martín. Los complejos, abiertos apenas tres meses al año, no resistieron la crisis de 2008 ni la pandemia. Además, la competencia feroz de recintos más grandes y modernos los dejó fuera de juego. ¿Te imaginas pagar el mantenimiento anual de kilómetros de tuberías para usarlas solo en julio y agosto? Factores que precipitaron el cierre:
- Estacionalidad extrema y altos costes fijos
- Impacto de la crisis financiera de 2008
- Cero ingresos durante el confinamiento de 2020
- Aparición de parques más grandes y sofisticados
Hoy algunos municipios tramitan licencias para nuevos proyectos, pero las 41 “fantasmas” recuerdan que no todo chapuzón sale rentable.
El impacto ambiental oculto de los parques acuáticos abandonados: consumo de agua, residuos y desertificación
Antes de oxidarse, estas instalaciones tragaban agua y energía a velocidades de vértigo. El proyecto Fin de Temporada estima un consumo conjunto de 720 litros por minuto para llenar 145.000 m³ que serpenteaban por medio kilómetro de toboganes. Mientras tanto, el 75 % del territorio español avanza hacia la desertificación. Paradójico, ¿verdad?
Indicador | Valor |
---|---|
Parques construidos desde 1985 | 230 |
Parques abandonados inventariados | 41 (uno de cada cinco) |
Consumo estimado en parques abandonados | 720 l/min |
Capacidad total de agua almacenada | 145.000 m³ |
Visitantes diarios en sus años de auge | 5.000 personas |
Basura generada cada día | 1.200 kg |
“Esas ruinas tienen un atractivo estético”, admite Navarro, pero también concentran tuberías de fibra de vidrio casi imposibles de reciclar. Por si fuera poco, Wall Street empezó a cotizar derechos de uso del agua en 2020, lo que convierte cada litro malgastado en un lujo cada vez más caro.
Reutilizar o demoler: los retos legales y urbanísticos para dar una segunda vida a estas infraestructuras
Las parcelas donde se levantan los parques suelen estar calificadas como suelo para actividades de ocio. Eso impide transformarlas, por ejemplo, en viviendas o centros logísticos sin una modificación del plan urbanístico. Algunos recintos de Sitges y Canarias han encontrado respiro como campos de paintball, pero la mayoría permanece vallada y llena de grafitis.
Leonor Martín y Aida Navarro trabajan ahora en un inventario pormenorizado que sirva a los ayuntamientos antes de conceder licencias a futuros promotores. “La arquitectura deja una huella terrible; hay que pensar antes de construir”, concluyen. ¿Veremos pronto un parque acuático reconvertido en granja solar o volverán a brotar toboganes multicolor en Guadalajara o Valladolid? El debate está abierto y, de momento, la naturaleza sigue reclamando lo que un día fue suyo.