Una española compra piso en Canarias y debe pagar 200 euros para que traduzcan las juntas de vecinos del alemán

Estrenar piso debería ser sinónimo de ilusión: elegir la cortina que más pega, aprender a manejar el termo sin acabar duchándote con agua fría y, cómo no, presentarte a los vecinos con una sonrisa. Pero en Canarias, la realidad inmobiliaria anda dando algún que otro sobresalto. Imagina llegar a tu primera junta y que el presidente suelte un “Guten Tag” antes de repartirte la minuta.

La sorpresa se dispara cuando descubres que entender la reunión cuesta 200 euros y, además, los pagas tú. Bienvenido a Santa Úrsula (Tenerife), donde ser la única hispanohablante del bloque no sale precisamente barato.

¿Qué ha pasado en esta comunidad de Santa Úrsula?

En 2023, el 34 % de las compraventas de vivienda en Canarias llevó firma extranjera, según el Instituto Canario de Estadística (ISTAC). Ese porcentaje cobra vida en un edificio de unas 30 viviendas construido con capital alemán, donde casi todos los propietarios proceden de Berlín para abajo. La joven española que acaba de mudarse (prefiere no dar su nombre) relata que en su primera asamblea el alemán fue la lengua vehicular y apareció una intérprete para traducir al castellano.

“Cuando vi que se empezaba a hablar en alemán y que había una traductora para nosotros, me quedé flipando”, recuerda. La comunidad pactó pagar 200 euros por cada sesión de traducción… a cargo de los pocos vecinos que hablan español. La afectada lo resume con socarronería: “Es surrealista pagar para entender lo que se decide en tu propio país”.

¿Por qué los extranjeros dominan las juntas vecinales en Canarias?

El clima eterno de primavera y la calidad de vida isleña han seducido a alemanes, británicos y nórdicos, que compran, se instalan medio año y regresan. La consecuencia: en ciertos municipios del norte de Tenerife, Santa Úrsula, Puerto de la Cruz o La Orotava, el castellano pierde peso hasta en la corraleta del ascensor. En esta finca, el voto de cada propietario depende de los metros cuadrados; con sus 74 m², la nueva vecina apenas pinta nada en las decisiones, ya cerradas de antemano.

La dinámica se repite en Gran Canaria y Lanzarote, donde comunidades enteras funcionan en inglés o alemán. El profesor Carlos Mendoza, de la Universidad de La Laguna, advierte de que se están creando “guetos de lujo” con convivencia superficial y precios que empujan a los canarios fuera de sus barrios de siempre.

Cómo protegerte si eres minoría en tu propia comunidad

Mudarte a un edificio multilingüe no tiene por qué acabar en disgusto económico. Antes de firmar la escritura conviene estudiar estatutos, cuotas y, sobre todo, idioma de la junta. A continuación tienes unos pasos prácticos para no pagar la novatada:

  • Pide copia de las actas recientes y comprueba en qué lengua se redactan.
  • Pregunta expresamente si existen gastos de traducción y quién los asume.
  • Negocia por escrito que las derramas lingüísticas se repartan entre todos los propietarios.
  • Si ya eres dueño, propone incluir el castellano como idioma oficial en los estatutos y recaba apoyos entre otros hispanohablantes.

Cada una de estas medidas te ayudará a evitar convertirte en el vecino que subvenciona el micrófono de la traductora. Por tanto, leer la letra pequeña (y en tu propio idioma) sigue siendo el mejor antídoto contra sobresaltos de 200 euros en plena junta.

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