Con el frío ya metido en casa y la factura del gas en modo escalada, todos pensamos lo mismo: calentar sin dejarse el sueldo. Y vuelve la pregunta de cada invierno, casi como el turrón: ¿compensa dejar la calefacción encendida “al mínimo” todo el día? La idea se ha colado en muchos hogares, pero los técnicos en climatización y consumo doméstico la tumban sin matices.
Mantener un sistema horas y horas, aunque trabaje poco, suma más gasto que encenderlo cuando realmente se necesita. En España, donde abundan las calderas convencionales o de condensación, la clave no es tenerla siempre funcionando, sino programar con cabeza. En resumen: el ahorro no va de “dejarla puesta”, va de ajustar temperatura y horarios a tu rutina.
¿Conviene dejar la calefacción encendida todo el día?
Aquí la física y las matemáticas no fallan. El propio Gobierno, a través del Centro Nacional de Educación Ambiental (CENEAM), lo deja clarito: “la opinión de los expertos es unánime: se gasta menos energía apagando la calefacción por la noche o al ausentarnos de casa que manteniéndola encendida”.
Además, mantener el sistema encendido obliga a compensar continuamente pequeñas pérdidas de calor y, de propina, calienta estancias que ni se pisan. Por eso el ingeniero industrial y experto en renovables Jorge Morales de Labra califica esa idea de “bulo” y de “aberración”. O sea, ni ahorro ni mayor confort; solo una factura más abultada.
Cómo programar la calefacción para gastar menos (y estar cómodo)
Los expertos coinciden en un punto práctico y fácil de aplicar: programa la calefacción para que se encienda unos 20-30 minutos antes de levantarte o de regresar a casa. Con ese margen, la vivienda alcanza una temperatura confortable sin haber estado gastando durante horas con la casa vacía.
A modo de guía rápida, estos son los ajustes que funcionan con sentido común y sin despilfarro:
| Ajuste recomendado | Cuándo aplicarlo | Dato numérico clave |
|---|---|---|
| Encendido previo | Antes de levantarte o de volver a casa | 20–30 minutos |
| Rango eficiente de confort | Presencia en casa | 18 °C–21 °C |
| Recomendación nocturna | Por la noche | Mantener a 18 °C si puedes |
| Costo de subir la temperatura | Por cada grado adicional | Entre 80 y 100 euros al año |
En este rango, cuanto más baja la temperatura, más ahorro. Si puedes, mantén los espacios a 18 °C, especialmente por la noche: cada grado por encima te puede costar entre 80 y 100 euros al año. Mejor adelantar el encendido unos minutos que adelantar el cobro de la factura.
El termostato: la herramienta más infravalorada para recortar la factura
Las organizaciones centradas en consumo energético insisten en algo que solemos pasar por alto: el termostato es la palanca más potente (y barata) para controlar el gasto. Mantenerlo en el rango recomendado, entre 18 °C y 21 °C, asegura confort sin disparar el consumo.
De hecho, subir más la temperatura no aporta un confort proporcional, pero sí un consumo mucho mayor. Un ajuste pequeño, constante y meditado rinde mejor que los cambios bruscos o que poner el sistema muy alto para “calentar rápido”.
Trucos sencillos que sí ahorran sin obras ni inversión
Si quieres sumar ahorro sin gastarte un euro, hay prácticas que ayudan y mucho. Son gestos cotidianos que reducen pérdidas de calor y permiten que la calefacción trabaje menos tiempo y con más eficiencia.
- Revisar ventanas y puertas para evitar corrientes y fugas de calor. Pegar burletes de caucho en marcos y puertas al exterior es una medida eficaz y sencilla.
- Calentar solo las habitaciones en uso, cerrando puertas para mantener el calor.
- Purgar los radiadores al inicio del invierno para garantizar un funcionamiento óptimo.
- Aprovechar la luz solar durante el día y cerrar cortinas o estores por la noche para conservar el calor.
- Abrigarse un poco más antes que calentar la casa por encima de los 21 °C.
Estas medidas, fáciles y sin obras, rebajan pérdidas y alivian el trabajo de la caldera. Traducido: menos minutos encendida, menos euros en la factura.
¿Qué hacer desde hoy para pagar menos gas?
La estrategia más eficaz combina tres movimientos claros: programa la calefacción para que se encienda solo cuando haga falta, mantén el termostato en valores moderados (entre 18 °C y 21 °C) y reduce pérdidas de calor con gestos diarios como cerrar puertas, revisar marcos y aprovechar la luz natural. No hay truco: encender con intención, ajustar con calma y tapar fugas.
