Buscar habitación de alquiler ya es un lío; hacerlo con 65 años, un marrón doble. En plena subida de precios y con la fiebre de los pisos turísticos y los alquileres de temporada, a muchos mayores les cierran la puerta incluso para un cuarto. Ana Esteban, jubilada de 65 años, lo ha contado en el programa ‘Y ahora Sonsoles’. Resume su odisea en una frase que duele por lo sencilla que es: “No me quieren de inquilina por mi edad”. Y cuando llama, la respuesta se repite: “Me llama y me dice: ‘No, no, ya lo hemos alquilado’”. La historia de Ana pone el foco en un problema que, por desgracia, no es aislado.
¿Qué le está pasando a Ana Esteban (65 años) y por qué nos debería importar?
Ana Esteban, pensionista de 65 años, lleva tocando puertas y encontrándose siempre con lo mismo: el “no” que llega por teléfono o mensaje y que se resume en “No me quieren de inquilina por mi edad”. El caso lo ha explicado en ‘Y ahora Sonsoles’, donde relata ese carrusel de promesas que, al final, acaban en el típico “ya está alquilado”.
Este rechazo encaja con un contexto en el que el alquiler se encarece y crecen los pisos turísticos y los contratos de temporada. Para quien vive de una pensión, el drama de la vivienda golpea por partida doble: encontrar piso cuesta, y convencer al casero, aún más. De ahí que lo que el Ministerio de Vivienda puso sobre la mesa en su polémico anuncio ya se viva en la calle. Y no hablamos de grandes chalés, hablamos de algo tan básico como una habitación.
¿Por qué algunos propietarios descartan a inquilinos mayores?
Varias propietarias contaron en el mismo programa que priorizan a gente que trabaja o estudia. Una arrendadora lo resumió con naturalidad y sin rodeos: “Este piso era para mi época universitaria porque yo no soy de aquí de Madrid, entonces buscas gente más o menos con el mismo rol”. En otras palabras: prefieren perfiles que se parezcan a ellas o al uso que han tenido del piso.
- Señales habituales que cuentan quienes buscan habitación: preferencias por estudiantes o personas trabajando, explicaciones sobre buscar “el mismo rol” y la respuesta tipo “ya está alquilado” cuando el perfil no cuadra.
Además, aflora un miedo muy concreto: el impago. Algunos caseros temen que una persona mayor pueda encadenar una brecha económica y, si no puede pagar, el llamado “escudo social” impida que sea desahuciada. “Escudo social” significa, dicho fácil, medidas que frenan o impiden un desahucio por impago. Cuando se habla de dinero, ya sabemos: simpatía toda la que quieras… hasta que llega la mensualidad.
¿Qué dicen los propietarios y qué viven los mayores? (claves resumidas)
El contraste es claro. Por un lado, propietarios que buscan estudiantes o gente que trabaje, a veces con referencias a su propia experiencia universitaria en Madrid. Por otro, mayores como Ana Esteban, de 65 años, que cuentan negativas repetidas incluso cuando solo piden una habitación.
A continuación, una síntesis de lo que se relata en el programa y en el caso de Ana:
| Lo que alegan algunos propietarios | Cómo lo viven mayores y pensionistas |
|---|---|
| Se prioriza a quien trabaja o estudia; se busca “el mismo rol”. | Personas de 65 años que reciben negativas por su edad. |
| Ejemplo de enfoque universitario (referencia a Madrid). | Intentos de alquilar una habitación, no ya un piso entero. |
| Temor al impago y a que el “escudo social” impida desahuciar. | Respuestas tipo: “Me llama y me dice: ‘No, no, ya lo hemos alquilado’”. |
Este choque de expectativas se traduce en puertas cerradas una y otra vez. Por consiguiente, la presión del mercado, turístico, de temporada y con precios al alza, deja a muchos pensionistas fuera del mapa del alquiler, a veces casi por sistema.
¿Qué puedes hacer si te ves en una situación similar?
Si te ocurre algo como a Ana Esteban (65 años), conviene pedir a cada propietario que aclare de entrada qué perfil busca (trabajo, estudios, “rol”), para no perder tiempo ni energías. Por otro lado, anotar las respuestas que recibes ayuda a entender patrones, especialmente cuando vuelven frases como “ya está alquilado”.
También es útil centrar la conversación en lo que el casero teme, el impago, porque es ahí donde se atasca todo. De hecho, el propio debate gira en torno a ese miedo y al “escudo social”, entendido como medidas que pueden frenar un desahucio. Cuanto más clara sea la información de partida, menos espacio habrá para malentendidos… o para ese “no” que llega sin explicación.
