“Mi problema es el tiempo libre”: las polémicas palabras de Joel García sobre su “paguita” de 1.008 euros que divide las redes

Todos hemos fantaseado alguna vez con disponer de más tiempo libre, pero (sorpresa) ese lujo también puede salir caro. Que se lo digan a Joel García, un joven con esquizofrenia paranoide que cobra 1.008 euros al mes de pensión por incapacidad permanente y aun así asegura que acaba “sin blanca” antes de que termine el mes. Sus declaraciones en el popular ‘Santoria Podcast’ han levantado una buena polvareda en redes.

Y es que, en un país donde muchos currantes se mueven en cifras parecidas, o incluso más bajas, escuchar a alguien que no trabaja quejarse del dinero resulta, cuanto menos, irritante. Para unos, Joel es un provocador; para otros, simplemente un reflejo incómodo del sistema de ayudas. Sea como fuere, su caso destapa preguntas de fondo sobre ingresos, ocio y responsabilidad personal.

¿Por qué han escocido tanto las palabras de Joel?

Joel soltó la bomba así, sin anestesia: “La paguita son 1.008 euros al mes… y no me llega ni para final de mes”. Añadió que cada año le suben “unos 40 o 30 y pico euros”, pero sigue viendo el agujero en su cuenta. El comentario ha sido interpretado por muchos como una queja desubicada, sobre todo cuando hay trabajadores que se levantan a las seis de la mañana para ganar lo mismo (o menos).

Además, el propio Joel reconoció que su pensión es una incapacidad “absoluta, total, permanente… de las más tops”, lo que le deja un montón de horas libres. Sin empleo ni rutina, afirma gastar más de lo que quisiera. Ojo: la incapacidad permanente absoluta es la prestación que se concede cuando el beneficiario no puede realizar ningún trabajo, acreditado mediante informes médicos. Otra cosa es cómo administre cada cual su tiempo y su dinero.

¿Realmente 1.008 euros “no dan para vivir”?

Aquí entramos en terreno pantanoso. Quien ha cobrado ese importe alguna vez sabe que el presupuesto es ajustado, especialmente si se dispara el ocio. Joel confiesa que el problema no es solo la cuantía, sino estar todo el día sin ocupación, lo que deriva en tentaciones de gasto: comer fuera, caprichos varios y, en definitiva, menos control del monedero.

Sus palabras han reavivado el eterno debate: ¿deberían las ayudas públicas incluir programas de acompañamiento financiero y de ocio para evitar “agujeros negros” en el presupuesto? Hay quien defiende que la Administración debería ir más allá del simple ingreso mensual y ofrecer, por ejemplo, talleres de educación económica o actividades subvencionadas que den estructura al día.

¿Es justa la tormenta de críticas en redes?

Joel no solo adujo motivos médicos; también se definió como “puro rebelde” y poco amigo de las órdenes. Esa mezcla de incapacidad certificada y falta de afinidad con la disciplina laboral ha sido dinamita para la opinión pública. De ahí que circulen etiquetas como “vividor del sistema”.

Conviene recordar, no obstante, que la incapacidad permanente no la otorga un algoritmo caprichoso: la concede un tribunal médico tras valorar informes psiquiátricos y laborales. Simplificar el asunto a “no quiere currar” es pasar por alto la enfermedad mental de fondo. Ahora bien, eso no exime al beneficiario de gestionar con cabeza los recursos públicos que recibe.

Qué pasos puedes seguir si te ves en una situación parecida

Tener mucho tiempo libre y un ingreso fijo modesto puede convertirse en una combinación peligrosa para la cartera. Antes de que el dinero vuele, conviene marcarse una hoja de ruta básica:

  1. Planifica un presupuesto mensual: anota gastos fijos y reserva una “bolsa de ocio” realista.
  2. Busca actividades gratuitas o de bajo coste: bibliotecas, deporte al aire libre o talleres municipales pueden llenar horas sin vaciar bolsillos.
  3. Apunta tus gastos diarios: ver en negro sobre blanco en qué se va el dinero ayuda a cortar fugas.
  4. Pide asesoramiento: los servicios sociales de tu ayuntamiento ofrecen, en muchos casos, cursos de educación financiera y apoyo psicológico.

Adoptar estos cuatro hábitos no solo evita sustos a final de mes, sino que aporta sensación de control y, de paso, desmonta prejuicios sobre el mal uso de las ayudas públicas.

En definitiva, el bombo mediático alrededor de Joel García combina altas dosis de morbo, dudas legítimas y un recordatorio necesario: la gestión del dinero (propio o público) no es solo cuestión de ingresos, sino de hábitos y acompañamiento. Porque, como suele decirse, tiempo libre y billetera floja rara vez hacen buenas migas.

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