Cuando uno fantasea con comer “algo diferente”, rara vez se imagina atravesando lava solidificada para sentarse a la mesa. Sin embargo, en Lanzarote ese deseo es tan real como el recibo de la luz: existe un restaurante excavado en un antiguo cráter. Se llama Lagomar y combina arte, paisaje y buena comida sin pedir disculpas.
El plan es redondo: paseo por cuevas, terraza con vistas y, de propina, cocina canaria que reconcilia con la dieta mediterránea. Todo esto sucede en Nazaret, un pueblito que no aparece en la ruta turística express, pero al que conviene llegar con la batería del móvil cargada para presumir en redes. ¿Listo para colarte (literalmente) en las entrañas de un volcán?
¿Dónde se esconde Lagomar y por qué impresiona nada más llegar?
En el corazón de Lanzarote, concretamente en Nazaret, Lagomar se incrusta en una colada volcánica como si llevara allí desde el Big Bang. El complejo, ideado por el artista César Manrique, respeta la roca basáltica, se adorna con pasarelas de madera y se remata con terrazas que hacen de mirador natural.
La sensación es la de entrar en un decorado de película: túneles serpenteantes, cuevas fresquitas (perfectas para evitar el solajero) y muros de piedra que cuentan la historia de la isla sin decir palabra. Todo se alinea para que el visitante olvide el reloj y se centre en dos cosas: la vista panorámica y la promesa de un almuerzo diferente.
¿Qué platos canarios puedes probar y cuánto le dolerá (o no) a tu bolsillo?
Hablar de Lagomar es hablar de producto local sin postureo. La carta deja claro que aquí mandan el kilómetro cero y el recetario clásico con chispa contemporánea.
- Papas arrugadas con mojo: 8,50 euros
- Queso frito del chef: 14,50 euros
- Bruchetta de la isla con paté de tomate y lascas de queso curado: 9,80 euros
- Pescado fresco del día (atún de Lanzarote, salmón al whisky canario o bacalao al vapor con langostinos): 25 euros
- Postre “a la inspiración” del chef: precio variable, sorpresa garantizada
Los principales rondan los 25 euros y, aunque el capricho no es de menú del día, la materia prima se gana cada céntimo. Además, la bodega presume de vinos isleños que combinan con la lava mejor que el pan con mojo.
¿Cómo es la experiencia más allá del plato?
«Imagina perderte en túneles secretos, explorar cuevas que parecen sacadas de un sueño y contemplar vistas desde terrazas que cuentan historias». No lo decimos nosotros; lo proclama la propia web de Lagomar y, la verdad, no exagera. Entre bocados, el comensal pasea por jardines escalonados y descubre rincones dignos de postal (o de selfie, seamos sinceros).
Cuando cae la tarde, el plan sube de nivel con su ‘cocktail bar’: abre cada día de 18:00 a 00:00 horas dentro de otra cueva. Mojitos, combinados y un techo de lava hacen que la cuenta bancaria se olvide (temporalmente) de que existen las hipotecas.
Guía para reservar sin sobresaltos
Lagomar abre de lunes a domingo, de 13:00 a 22:30 horas. El local tiene aforo limitado (la roca no se estira), así que lo sensato es reservar con antelación y confirmar número de comensales. Si vas en grupo, llega unos minutos antes para recorrer los pasillos sin prisas y evitar colas a la hora de sentarte.
Por último, lleva calzado cómodo (las pasarelas son preciosas, pero no aptas para tacones de vértigo) y mentalízate de que la temperatura dentro de la cueva es más fresca: una chaquetita nunca sobra. Con estos detalles atados, solo queda brindar por la experiencia y, por supuesto, por haber sobrevivido al volcán… gastronómico.