El caso de Pere Quintana llama la atención por un motivo muy claro: ha pasado “muchos más años jubilado que los que pasé trabajando” y reconoce que “no soy un buen negocio para el Estado”. Tras 37 años como farmacéutico, encadena más de siete décadas de jubilación.
Él mismo llega a afirmar que “La Seguridad Social no se sostendría si todos duraran tanto como yo”. Su reflexión plantea una pregunta clave: ¿qué ocurre cuando una pensión dura más que la vida laboral que la generó?
Aunque Pere vea su caso con humor, su historia ilustra la tensión entre jubilaciones muy largas y sostenibilidad del sistema público. Su pensión acompaña una vida que se extiende ya muy por encima de los cien años.
Las reflexiones de Pere Quintana sobre su jubilación y las arcas públicas
Desde su vivienda en Barcelona se muestra con buen humor. Insiste en que vivir tanto “no es un mérito”, pero aprovecha para lanzar un consejo a quienes llegan a la jubilación: disfrutar la vida “con humor y con música”.
Su día a día ha sido sencillo, casi rutinario, pero estable: cinco minutos de reflexión, paseos diarios, música como pasión constante y cuidado de su entorno. Para él, “La moderación y el humor son la mejor receta”.
Estos elementos se resumen en la siguiente tabla, que recoge los pilares que han acompañado su larga jubilación:
| Hábito | Descripción basada en su rutina diaria |
|---|---|
| Reflexión | Cinco minutos para pensar y poner en orden sus ideas |
| Paseos | Caminar cada día para mantenerse activo |
| Música | Pasión de toda la vida que le ayuda a desconectar |
| Entorno | Cuidar su casa y su entorno como parte de su bienestar |
Además de su rutina, la música ocupa un lugar central. Aprendió a tocar el violín y todavía lo conserva. Él mismo explica que “El violín fue mi manera de desconectar del trabajo y de los problemas. Todavía lo tengo en casa; a veces lo miro y me recuerda quién fui”.
Vida sencilla humor música y familia como pilares de una jubilación larga
La historia de Pere no se entiende sin el amor y la resiliencia. Cuando su esposa sufrió un ictus, ya rondaban los 80 años. Él se encargó de cuidarla durante más de dos décadas. “Fueron años difíciles, pero también los más importantes. Cuidar a quien amas es una forma de agradecer la vida”, recuerda.
Su familia es otro de sus apoyos constantes: es padre de cuatro hijos, abuelo de ocho nietos y bisabuelo de cinco. Afirma que “Ellos me dan motivos para seguir. Cada visita, cada conversación, me rejuvenece”. ¿Quién no querría llegar a los 108 años acompañado de tantas generaciones?
A la hora de hablar de longevidad, Pere lo tiene claro. Rechaza recetas mágicas y resume su experiencia en una idea sencilla: “No hay una fórmula secreta ni mágica para llegar a esta edad”. Aun así, marca su propio camino: “Aceptar lo que viene con buen humor. No sirve de nada enfadarse con la vida; hay que vivirla mientras te deje”.
Su trayectoria, ligada a una pensión que cobra desde hace más de setenta años, deja una idea central para entender la jubilación en casos tan excepcionales:
- La jubilación puede alargarse durante muchas décadas y convertirse en una etapa tan larga como la vida laboral.
A sus 108 años, Pere Quintana se ha convertido en testigo de un siglo de cambios y en ejemplo de vitalidad y gratitud. Su mirada sobre el “mal negocio” que supone su pensión para las arcas públicas se mezcla con una enseñanza clara: la vida, mientras dura, merece ser vivida con calma, afecto y sentido del humor.
