Esta es la ciudad donde el calor de Internet y la inteligencia artificial (IA) sirve como calefacción y ahorra en facturas de luz

Pocas cosas fastidian más que pagar facturas de calefacción cuando fuera hace un frío que pela. Por eso llama la atención lo que está haciendo Helsinki: aprovechar el calor que ya generan los centros de datos para calentar radiadores de miles de viviendas. La idea es simple y muy sensata: si los servidores van a producir calor de todos modos, mejor convertirlo en algo útil que dejarlo perderse en el aire.

En la capital finlandesa, ese calor se inyecta en la red de calefacción urbana como parte de su estrategia de descarbonización. De este modo, cuando entrenamos una IA, vemos Netflix o subimos fotos, también estamos alimentando un circuito de agua caliente. ¿Resultado práctico? Menos despilfarro térmico y más calor limpio para los vecinos.

¿Qué ha hecho Helsinki con el calor de los centros de datos?

Helsinki ha integrado el calor residual de los centros de datos en su red de calefacción urbana, una gran red de tuberías que lleva agua caliente a hogares, colegios, hospitales y edificios públicos. La lógica es directa: los servidores funcionan 24/7 y su flujo térmico es constante, así que encaja con un sistema que demanda calor continuo.

Operadores como Telia, Equinix o Elisa han firmado acuerdos con la compañía energética local para capturar hasta el 90 % del calor que generan sus equipos. Solo la planta de Telia ya calienta del orden de 14.000 apartamentos y, según los planes, tiene margen para duplicar esa cifra. Lo que antes se veía como “hornos gigantes” hoy funciona como una pieza más de la calefacción urbana de la ciudad.

¿Cómo se convierte el “calor digital” en radiadores a 85–90 °C?

El proceso, explicado sin tecnicismos, sigue un recorrido claro: los centros de datos capturan el calor de sus sistemas de refrigeración y lo transfieren a un circuito de agua templada. Ese agua llega a una plataforma energética donde grandes bombas de calor elevan la temperatura hasta los 85–90 °C que exige la red de calefacción urbana.

Cifras clave del sistema en Helsinki

DatoCifra o detalle
Calor capturado de servidoreshasta el 90 %
Viviendas calentadas por la planta de Teliadel orden de 14.000 apartamentos
Temperatura objetivo en la red85–90 °C
Operación con frío exteriorincluso con aire a –20 °C
Funcionamiento de servidores24/7

A partir de ahí, el calor se reparte por la ciudad como cualquier otra fuente térmica. En la práctica, la “caldera” no es una sala con llama, sino racks de servidores dedicados a la nube y a la inteligencia artificial. Además, algunas de estas bombas de calor industriales siguen funcionando incluso con aire exterior a –20 °C, algo clave en inviernos duros como los de Finlandia.

¿Qué gana el vecino y cómo se nota en casa?

Lo primero es lo más obvio: calor que antes se desperdiciaba ahora entra por el radiador. Cuando la planta de Telia calienta del orden de 14.000 apartamentos, no es solo una cifra redonda, es confort en hogares reales y una red más limpia que aprovecha recursos que ya estaban ahí.

Además, integrar el calor de los centros de datos en la red urbana forma parte de la descarbonización de la ciudad. Por tanto, en lugar de ver esos centros solo como “monstruos” que consumen electricidad, Helsinki los usa como fuente térmica constante. Y sí, tiene su punto irónico: maratón de series por la noche, radiadores más contentos por la mañana.

¿Qué límites tiene y qué pasos prácticos pueden dar otras ciudades?

No es magia. Este modelo funciona mejor donde hay una red de calefacción urbana densa y bien mantenida, y donde los centros de datos están cerca de barrios con demanda térmica suficiente. Reutilizar el calor mejora la eficiencia global porque evita que la energía se pierda, pero no reduce el consumo eléctrico de los centros de datos. En climas templados o en urbes muy dispersas, replicar el esquema exige inversiones en tuberías que quizá no siempre salgan a cuenta.

Si una ciudad quiere explorar este camino, estos son los pasos básicos que se desprenden del ejemplo finlandés:

  1. Verificar si existe una red de calefacción urbana operativa (tuberías que llevan agua caliente a hogares y edificios públicos).
  2. Localizar centros de datos cercanos y evaluar su proximidad a zonas con demanda térmica.
  3. Cerrar acuerdos entre operadores (por ejemplo, Telia, Equinix o Elisa en el caso finlandés) y la compañía energética local para capturar el calor de los equipos de refrigeración.
  4. Instalar bombas de calor industriales conectadas a una plataforma energética para elevar el agua hasta 85–90 °C antes de inyectarla en la red.
  5. Planificar operación continua (24/7) y robustez frente a frío exterior, con equipos capaces de seguir funcionando incluso a –20 °C.

En consecuencia, la clave es alinear tres piezas: red urbana, proximidad y acuerdos operativos. De ahí que Helsinki brille como demostración tangible: del “horno gigante” al radiador de toda la ciudad, con límites claros pero con un potencial muy práctico.

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