Bill Gates lanza una advertencia sobre el impacto de la IA en nuestras vidas: “Reemplazará a los humanos en casi todo”

El cofundador de Microsoft advierte de una “inteligencia gratuita” que amenazaría empleos, cotizaciones y, en última instancia, la sostenibilidad de las pensiones públicas.

Bill Gates lo soltó sin rodeos: “Dentro de una década, la mayoría de las tareas humanas podrán ser realizadas por inteligencia artificial”. No es la primera vez que el magnate pronostica un cambio radical, pero ahora ata la predicción a un concepto contundente: la inteligencia dejará de ser un bien escaso y pasará a estar al alcance de cualquiera, gratis y en todo momento. ¿La consecuencia inmediata? Un terremoto para el mercado laboral… y para las arcas de la Seguridad Social.

Qué supone la “inteligencia gratuita” para tu empleo y las prestaciones sociales

Gates imagina algoritmos que diagnostican enfermedades mejor que un médico, tutores virtuales que personalizan el aprendizaje al segundo y sistemas capaces de automatizar casi cualquier proceso rutinario. Si las máquinas hacen nuestro trabajo, ¿quién cotizará para financiar pensiones y prestaciones? Por otro lado, la IA promete servicios más rápidos y universales. He aquí la clásica moneda con dos caras.

Antes de continuar, echa un vistazo a este resumen de impactos:

Visión de Bill GatesPosibles consecuencias para la ciudadanía
Inteligencia gratuita al alcance de todosFormación personalizada y accesible
Sustitución de tareas rutinariasPérdida de empleo en puestos administrativos
IA diagnóstica en medicinaMejor atención en zonas con pocos facultativos
Tutorías algorítmicas en educaciónRedefinición del papel del docente

La tabla muestra el atractivo de la innovación, pero también la sombra que proyecta sobre puestos tradicionales y, por extensión, sobre las contribuciones que mantienen viva la caja común.

Por qué la predicción de Gates preocupa a pensiones y seguridad social públicas

Menos trabajadores activos implican menos cotizaciones. Si la IA desplaza empleos, el sistema de reparto que financia jubilaciones y otras ayudas podría tensionarse. Además, la conversión de salarios en dividendos empresariales abre la puerta a un debate incómodo: ¿debe gravarse la actividad de los robots para sostener la protección social? Algunos economistas ya proponen un “impuesto a la automatización” para compensar la caída de ingresos por cotizaciones.

Por otro lado, la productividad adicional generada por la IA podría traducirse en más riqueza y, con un diseño fiscal adecuado, mantener la hucha de las pensiones a flote. ¿Realidad o deseo? El pulso está servido.

Lista de sectores con más riesgo de automatización en menos de diez años

Ojo con los plazos: Gates habla de diez años, un suspiro en términos de reforma laboral. ¿Te interesa saber si tu sector está en la diana? Atento a la siguiente lista:

  • Administración y tareas de oficina
  • Transporte y logística
  • Atención al cliente multicanal
  • Manufactura básica y ensamblaje
  • Servicios financieros y análisis de datos

Los perfiles repetitivos y basados en reglas claras son los primeros candidatos a ser sustituidos por algoritmos que trabajan 24/7 sin descanso ni vacaciones.

Las soluciones que ya se discuten para proteger salarios y cotizaciones futuras

Gobiernos y expertos barajan varias respuestas. Por un lado, la recualificación masiva: programas públicos de formación para mover a los trabajadores hacia tareas creativas o de alto contacto humano. Por otro, rentas complementarias, incluida la renta básica financiadas mediante tasas tecnológicas o un reparto diferente de la plusvalía generada. También gana fuerza la idea de cotizar por trabajo híbrido, donde humano y máquina colaboran; se mantendría la obligación de cotizar aunque parte de la tarea la haga un algoritmo.

¿Será suficiente? Gates, aunque optimista, reconoce que la rapidez del cambio asusta. Y recuerda que la tecnología no siempre reduce desigualdades: “A veces, cuando empoderas a los humanos, no necesariamente se va en la dirección correcta”. De ahí que gobiernos, sindicatos y empresas tengan poco margen para dormirse en los laureles.

Deja un comentario