Pasar un par de días en la playa suena a plan perfecto hasta que la tarjeta de crédito empieza a echar humo. Seguro que alguna vez has sentido ese vértigo al ver la cuenta de un chiringuito y pensar: “¿De verdad me he comido todo esto?”. Pues imagina que, en vez de 60 €, la broma asciende a 6.000 €. Eso le ha ocurrido a una familia que decidió darse un capricho exprés en Formentera (Illes Balears) y ha acabado protagonizando el último debate sobre los precios veraniegos.
Su historia ha saltado a la televisión, con la reportera de El Intermedio soltando un “Vaya con el ocio en su familia”, y ha vuelto a poner sobre la mesa un asunto nada nuevo: las Pitiusas se han convertido en territorio de carteras resistentes. ¿Te suena de algo?
¿Qué gastó exactamente esta familia en solo dos días?
El testimonio es claro: 6.000 € en un fin de semana. La cifra incluye alojamiento, transporte, ocio y (atención) una paella que costó 500 €. No hablamos de un menú degustación con fuegos artificiales, sino del plato de arroz de toda la vida, el de compartir en el centro de la mesa mientras te peleas por la “socarrat”.
Aun siendo un caso extremo, muchos visitantes coinciden en que los precios en Formentera e Ibiza rozan lo estratosférico durante la temporada alta (junio‑agosto). Para que no te pille por sorpresa, aquí va un resumen de lo que suele doler al bolsillo:
- Almuerzo en un chiringuito de playa: +100 € por persona.
- Botella de agua “de diseño”: 8 €.
- Noche de hotel de tres estrellas: 400 €.
- Plato de pescado con vistas al mar: 40‑60 €.
- Tumbona para todo el día: 100 €.
- Copa en beach club de moda: +20 €.
En definitiva, cada gesto cotidiano (beber agua, tumbarte en la arena o brindar al atardecer) se convierte en un pequeño (o gran) lujo que va sumando ceros a la cuenta.
¿Por qué Formentera e Ibiza se han convertido en un lujo para pocos?
La explicación combina oferta limitada y demanda desbocada. Formentera presume de capacidad hotelera reducida y de paisajes casi vírgenes, ingredientes perfectos para proyectar exclusividad. Esa aura se alimenta además de cartas sin precios en algunos restaurantes, un detalle que invita a sentarse solo a quienes no necesitan consultar la cuenta antes de pedir.
Por otro lado, cada verano repite el mismo ciclo: llegada masiva de turistas con alto poder adquisitivo, subida general de tarifas y, acto seguido, queja colectiva en redes sociales. Vídeos enseñando desayunos de 60 € o picoteos de 90 € se viralizan en cuestión de horas y reavivan la pregunta: ¿hasta cuándo aguantará el modelo?
Así se vive el verano caro también para los residentes
No solo los visitantes sienten el golpe. Los propios residentes denuncian que la inflación estacional encarece alquileres, supermercados y servicios básicos. Cuando una botella de agua se vende a 8 €, el supermercado del barrio tampoco se queda atrás. De ahí que muchos isleños hablen ya de “batalla diaria” para mantener un nivel de vida digno entre junio y agosto, periodo que los expertos llaman temporada alta, el tramo del año con mayor afluencia turística y, por consiguiente, precios más altos.
A esta presión se suma la especulación inmobiliaria, que empuja a trabajadores locales a barrios cada vez más alejados o, directamente, a coger el ferry y vivir en la Península durante el verano. El paraíso, dicen, se está reservando únicamente para bolsillos XXL.
Trucos para que tus vacaciones no se disparen de precio
¿Planeas escaparte a las Pitiusas y no quieres hipotecar medio sueldo? Empieza por reservar con tanta antelación como puedas: los precios suben conforme se acerca julio. Valora estancias en temporada media (mayo o septiembre), cuando el clima sigue siendo ideal y las tarifas se relajan.
En cuestión de comida, la lógica es sencilla: huye de las zonas más cotizadas a la hora de comer y busca menús del día en el interior de la isla. Si vas a la playa, lleva tu propio agua y algo de fruta; así evitarás la clásica botella a 8 €. Y, por supuesto, revisa las cartas antes de sentarte: si no hay precios a la vista, probablemente tampoco haya compasión con tu cuenta corriente.
En resumen, la anécdota de la paella de 500 € sirve de recordatorio: unas vacaciones idílicas pueden salir por un ojo de la cara si eliges uno de los destinos más exclusivos de España en pleno agosto. Planificar, comparar y, sobre todo, no dejarse llevar por el primer chiringuito con vistas puede marcar la diferencia entre un fin de semana inolvidable y un susto épico al llegar la factura.