Esta pizzería cierra sus puertas tras treinta años como símbolo de autenticidad y buena cocina en Palma

Tras más de tres décadas en activo, el histórico local de la calle Apuntadors echará el candado entre octubre y noviembre. El incremento del alquiler hace inviable la continuidad del negocio y vecinos y clientes lamentan la marcha de un referente de Palma.

El Giovanini abrió en 1991 y se convirtió en una parada obligada para quienes buscaban autenticidad. Con apenas nueve mesas y un ambiente íntimo, destacó por su cocina y por una clientela fiel, residente y visitante. ¿Por qué cierra ahora? El motivo, cuentan, es sencillo y duro a la vez: el alquiler sube de forma desorbitada y la cuenta no sale.

Qué ha pasado con la Pizzería Giovanini y por qué cierra ahora

El propietario, Miguel Turmo, explica que el cierre no responde a la falta de clientela. «Para mí ha sido una sorpresa porque ha funcionado muy bien. Siempre está lleno», afirma. El giro llegó tras un cambio de propiedad del local: el nuevo dueño elevó el alquiler hasta hacerlo inaccesible.

Turmo lo resume con contundencia: «Me dijo que con el nuevo alquiler no podría continuar. Y tenía razón: me lo subieron cinco veces más». Con ese incremento, mantener la persiana abierta dejó de ser sostenible.

¿Cuándo se producirá el cierre y cómo afectará a los vecinos? El adiós está previsto entre octubre y noviembre de este año. ¿Cuántos se quedarán sin su mesa de siempre? La noticia ha dolido en la calle Apuntadors, donde el local es parte del paisaje. Los habituales, dicen, ya están mostrando su apoyo y su tristeza.

El aumento del alquiler y sus consecuencias para un negocio histórico

El restaurante funcionaba con regularidad, sin depender del turismo de paso. «En Palma es de los sitios más emblemáticos y de los pocos que no están enfocados al turista. Vienen turistas, pero en el Giovanini pagas por lo que comes, no por la zona», explica Turmo. Pero cuando el alquiler se multiplica por cinco, cualquier plan de viabilidad se resiente. Por tanto, el cierre es la consecuencia directa de ese encarecimiento.

Para situarnos, estas son las claves del caso:

  • Apertura en 1991, referencia para residentes y visitantes; cierre entre octubre y noviembre por subida del alquiler cinco veces.

En resumen, el problema no fue la demanda, sino el coste del local, que dejó de cuadrar con un negocio pequeño y honesto.

Qué dice su propietario y qué recuerdos deja entre su clientela

El origen del Giovanini fue casi una aventura: dos amigos camareros probaron suerte en un local que gestionaban conocidos. Con el tiempo, uno se bajó del barco por la dureza del oficio y Turmo incorporó a Leo Gámez, cocinero que sigue hasta hoy. «Trabajamos de sol a sol durante meses», recuerda.

La fidelidad de la clientela habla por sí sola: hay quienes acudían desde 1991 y hoy van con sus hijos. Incluso una mujer de Ibiza viajaba cada lunes tras ir al médico. ¿Y qué pasa con los fieles de toda la vida? Se quedan con los recuerdos y el sabor de una cocina que marcó generaciones. «La gente lo echará de menos», admite el dueño.

Antes de seguir, un vistazo rápido a los datos esenciales del local:

AspectoDetalle
Apertura1991
UbicaciónCalle Apuntadors (Palma)
CapacidadNueve mesas
PropietarioMiguel Turmo
CocineroLeo Gámez
Calendario de cierreEntre octubre y noviembre de este año
Razón principalAumento del alquiler (cinco veces más)
ClientelaVecinos y turistas que buscan autenticidad

Turmo también pone en la balanza el desgaste personal: «Siempre hemos sido dos, y cuando uno se ponía enfermo había que cerrar». Tras tantos años hasta la una de la madrugada, opta por cerrar «con salud y tranquilidad». Una decisión humana, comprensible y, sí, dolorosa.

Una tendencia en Palma que amenaza locales con décadas de trayectoria

El caso del Giovanini no es aislado. El aumento de alquileres y la presión del modelo turístico empujan a negocios históricos al cierre. Turmo lo expresa con claridad: no pide favores, pero con subidas “normales” era sostenible; ahora muchos locales antiguos están en la cuerda floja. De ahí que el adiós del Giovanini sea más que un cierre: es un síntoma de algo mayor.

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