Un trabajador recuperado de una lesión de rodilla acumula casi un mes sin reincorporarse porque el INSS no le ha comunicado el alta de forma oficial. El caso pone el foco en los retrasos administrativos cuando la baja supera los 365 días.
Un empleado de una empresa de instalaciones en Lleida permanece en un limbo laboral: su médica ya avaló la vuelta al trabajo, pero la notificación oficial del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) no llega. La empresa, al tramitar la nómina, comprobó que el sistema aún lo mantiene de baja y el trabajador sigue sin poder ocupar su puesto.
Un alta médica del INSS que no llega frena la reincorporación laboral
El afectado pasó por quirófano y rehabilitación durante más de un año. Tras recibir el visto bueno sanitario, regresó a su empresa el 2 de julio pensando que el trámite seguiría su curso. Sin embargo, al cierre de mes, la gestoría detectó que administrativamente seguía de baja, lo que impide su reincorporación. ¿Cómo es posible que la recuperación clínica no baste? Porque, en estos casos, la eficacia depende de la comunicación oficial del INSS.
Quién queda afectado y por qué la gestión del INSS es decisiva
Este tipo de bloqueos golpea a tres frentes: el propio trabajador, la empresa y la organización del servicio. El empleado necesita recuperar su salario completo y su normalidad; la empresa pierde un recurso cualificado y compensa la ausencia con más horas extra; y el INSS concentra la competencia para formalizar el alta cuando la baja ha sido de larga duración. En palabras llanas: sin ese “papel”, no se mueve nada.
Antes de entrar en fechas, conviene fijar los puntos esenciales que explican la situación:
- Baja médica superior a 365 días, cuyo control pasa al INSS; recuperación clínica ya confirmada; empresa dispuesta a reincorporarlo; notificación oficial del alta pendiente y contacto telefónico y cita sin éxito por parte del trabajador.
(La lista anterior resume los elementos que sostienen el bloqueo y ayuda a comprender el contexto del expediente.)
Fechas concretas del proceso y cómo se estancó durante el verano
Para entender el atasco, esta cronología orienta sobre los hitos principales y su impacto en la nómina y la reincorporación.
Fecha aproximada | Hecho relevante | Efecto en la situación |
---|---|---|
2 de julio | El trabajador vuelve confiado en que el alta está en trámite | Continúa formalmente de baja |
Finales de julio | La empresa detecta que el sistema aún lo mantiene de baja | No puede trabajar ni cobrar nómina completa |
Primera semana de agosto | La empresa recibe un comunicado del INSS confirmando el alta futura | El alta no es efectiva hasta que se notifique al trabajador |
Agosto–septiembre | Se advierte que la demora podría alargarse en período vacacional | Persisten los efectos económicos y laborales |
Tras estos hitos, el afectado ha intentado contactar con el INSS sin conseguirlo y tampoco ha logrado cita para revisar el expediente. ¿Quién puede desbloquear esta situación? El organismo gestor, con la notificación al interesado.
Qué trámites y organismos intervienen cuando la baja supera 365 días
Cuando una incapacidad temporal rebasa el año, la gestión pasa al INSS. La médica de cabecera puede valorar la recuperación, pero el alta efectiva exige la comunicación del instituto. En este caso, el comunicado que recibió la empresa en agosto adelanta el alta, aunque no despliega efectos hasta que el INSS la remite al trabajador. Por tanto, el procedimiento depende de ese acto administrativo que activa la reincorporación.
De ahí que el empleado, aun estando recuperado, siga ligado a la prestación de baja. La empresa, por su parte, queda atada a lo que indique el sistema: mientras figure de baja, no puede reincorporarlo. Es un cuello de botella puramente burocrático.
Consecuencias económicas y laborales mientras no se notifica el alta
El impacto no es menor. El trabajador indica que percibe alrededor del 70% de su salario, cerca de 300 euros al mes en algunos momentos y meses, con ingresos que no superan los 850 euros, cifras que tensan el pago de alquiler, suministros y alimentación. Además, la compañía intenta cubrir el vacío con horas extra, en un mercado donde no siempre es fácil encontrar personal cualificado. ¿Quién sale ganando con esta espera? Nadie.
Por otro lado, el retraso erosiona la planificación: el empleado quiere volver cuanto antes y la empresa necesita certidumbre para organizar turnos y cargas de trabajo. En consecuencia, el caso evidencia cómo la falta de una notificación puntual puede traducirse en pérdida de ingresos, sobreesfuerzos y desajustes productivos.