Arqueólogos encuentran el legendario tesoro persa que escapó al alcance de Alejandro Magno durante siglos

Desde hace siglos, los cazatesoros sueñan con poner sus manos en el oro persa que Alejandro Magno jamás llegó a encontrar. Ahora, un puñado de arqueólogos ha dado el campanazo en las ruinas griegas de Notion, al oeste de Turquía, y ha sacado a la luz un puñado de monedas que valían un sueldo entero de soldado. El hallazgo, por increíble que parezca, nació de una sencilla excavación doméstica: una gran casa y una olla de cerámica olvidada bajo el polvo.

Detrás del descubrimiento está la Universidad de Michigan (Estados Unidos), que desde 2022 se empeña en rascar cada ladrillo de la antigua ciudad costera. El tesoro, custodiado ahora por el Museo Arqueológico de Éfeso, promete aclarar cómo se movía el dinero en pleno siglo V a. C. Y, de paso, nos recuerda que enterrar oro con la esperanza de recuperarlo siempre ha sido un negocio arriesgado.

¿Dónde han encontrado el botín que buscaba Alejandro Magno?

La escena suena casi de novela: una vivienda acomodada en Notion, una pared resquebrajada y, al fondo, una pequeña olla de cerámica. Dentro brillaban las monedas acuñadas bajo el reinado de Darío I (521-486 a. C.), famoso por su manía de estampar arqueros en cada pieza de oro.

El equipo de la Universidad de Michigan, al mando del Proyecto Arqueológico de Notion, excava la zona desde 2022. Gracias a esa paciencia de hormiga se ha podido fechar el hallazgo y vincularlo con los pagos a mercenarios que se manejaban en la frontera entre los mundos griego y persa.

¿Qué guardaba exactamente la olla de cerámica?

Antes de que imagines lingotes o cofres gigantes, conviene precisar que el tesoro cabe en la palma de la mano: son dáricos, la moneda persa de alto tonelaje económico.

  • Diseño: arquero arrodillado, símbolo de poder militar y marca de la casa de Darío I.
  • Forma y tamaño: redondos y compactos, lo justo para presumir de detalles finos sin ocupar un bolsillo entero.
  • Acuñación: golpe de molde sobre oro puro, un sistema que permitía producir en masa sin perder calidad.
  • Valor: un dárico bastaba para pagar a un soldado raso durante un mes, nada mal para la paga extra de la época.

Estas características, grabadas a fuego (bueno, a martillazo) en cada moneda, explican por qué los dáricos se convirtieron en la divisa favorita de los ejércitos mercenarios.

¿Por qué estas monedas persas son un hallazgo tan raro?

Según el director del proyecto, Christophe Ratté, nadie deja atrás oro de buena gana; solo una desgracia mayúscula evita que el dueño vuelva a por él. De ahí que encontrar un conjunto intacto resulte casi un milagro arqueológico.

La combinación de buen estado, contexto doméstico y ubicación exacta permite atar cabos sobre el trasvase de dinero entre persas y griegos. Además, la olla confirma que la frontera cultural era menos muro y más pasarela: el oro persa circulaba alegremente por casas griegas cuando el negocio lo exigía.

Cómo seguirle la pista a este tesoro sin perderte

Por ahora, las monedas descansan en el Museo Arqueológico de Éfeso, donde técnicos y expertos analizan cada rasguño para reconstruir su viaje. Si te pica la curiosidad, mantente atento a las publicaciones de la Universidad de Michigan: allí irán desgranando fechas de exposición y nuevos resultados.

Mientras tanto, un consejo de ahorro vintage: si alguna vez decides enterrar tus ahorros en el jardín, asegúrate de recordar el sitio o, como mínimo, déjale un plano a tus herederos. Nunca se sabe qué arqueólogo acabará cobrando “tú” nómina dentro de 2.500 años.

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