Tu cajón podría esconder esta moneda española que ahora vale un 66% más de dinero

¿Quién no ha vaciado un cajón y se ha encontrado un recuerdo olvidado? Ese «tesoro» que duele tirar y acaba de nuevo en el mismo sitio. Ahora imagina que el recuerdo pesa 18 gramos, brilla un poco y, sorpresa, vale más de lo que pagaste. Las viejas pesetas suelen despertar nostalgia, pero algunas guardan mucho más que emociones.

Las monedas de 2.000 pesetas de plata, emitidas entre 1994 y 2001, son el mejor ejemplo: dejaron de ser simple capricho y hoy cotizan al alza. No te harán millonario, pero quizá paguen unas cuantas cenas. Y todo gracias a que su precio se ha disparado un 66 % respecto al valor con el que pasaron a euros.

¿Por qué estas monedas son tan especiales?

La Fábrica Nacional de Moneda y Timbre las lanzó para conmemorar hitos históricos y, de paso, tentarnos a ir al banco a por algo que no llegaba nunca en el cambio. Cada pieza luce la efigie de Juan Carlos I en el anverso, está acuñada en plata de ley 925 (es decir, 92,5 % de plata pura) y contiene 16,65 gramos netos de este metal, con un diámetro de 35 mm y un grosor de 2 mm. A partir de 1998, además, incorporaron una gráfila, un borde decorativo, que remata el diseño.

  1. 1994 – Sede del Banco de España por la Asamblea del FMI y el Banco Mundial.
  2. 1995 – Palacio Real por la Presidencia española del Consejo de la UE.
  3. 1996 – La Maja Vestida por el 250 aniversario del nacimiento de Goya.
  4. 1997 – Don Quijote y Sancho por el 450 aniversario de Cervantes.
  5. 1998 – Felipe II y El Escorial.
  6. 1999 – Peregrino del Año Santo Xacobeo.
  7. 2000 – Carlos I de España.
  8. 2001 – Hispania recostada, homenaje final a la peseta.

Aunque la tirada supera los 27 millones de unidades y no son rarísimas, su mezcla de historia, diseño cuidado y calidad de metal las hace muy golosas para coleccionistas y nostálgicos.

¿Cuánto valen hoy y de qué depende su precio?

Convertidas a euros, se tasaron inicialmente en 12 €. Hoy se pagan entre 14 € y 20 € , un salto del 66 %, gracias, sobre todo, al precio de la plata y a la demanda sentimental. El estado de conservación manda: el brillo original y la presencia de la tarjeta numerada pueden subir la cifra. Que nadie sueñe con jubilarse en el Caribe con una sola moneda, pero el café de cada mañana quizá te salga gratis durante unos meses.

Por otro lado, la ley de la oferta y la demanda también mete baza. Si de pronto media España decide completar la serie, las piezas con motivos más buscados (Goya o Don Quijote suelen dar juego) se disparan. Así que la revalorización no es lineal: hay picos, bajones y, sobre todo, mucha especulación de mercadillo.

¿Y si encuentro una en casa?

Primero, mira con lupa (literal o figurada) su estado: rayones, óxido o pérdida de brillo restan euros. Si aún conservas la cartera plástica numerada, no la abras «para ver cómo huele»; es parte del atractivo. Después, date una vuelta por foros de numismática o tiendas especializadas para contrastar precios reales de venta (no de deseo).

Cuando tengas una cifra aproximada, decide si la vendes o la guardas como inversión a medio plazo. Llevarla a chatarrerías solo garantiza el pago por su plata: 16,65 gramos dan poco más que para invitar a dos rondas. En cambio, un coleccionista pagará la pieza completa y quizá una historia familiar bien contada. Y recuerda: aunque no es oro, sigue siendo un «pellizquito» inesperado que cualquier cajón desordenado podría esconder.

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