Todos hemos pasado alguna vez junto a unas obras en la carretera y, pese a las señales amarillas gigantes, nos ha picado la tentación de pisar un poco de más. Entre el 23 y el 29 de junio, la Dirección General de Tráfico (DGT) decidió comprobar cuánta gente seguía jugando con fuego y los resultados son para llevarse las manos a la cabeza. En solo siete días, los agentes controlaron 240.170 vehículos y tramitaron 14.964 denuncias en tramos con obras.
La gran mayoría, cómo no, por correr donde más cuidado habría que tener. Lo peor es que todavía hay quien ignora los básicos de seguridad: tres motoristas circulaban tan tranquilos sin casco, como si estuviéramos en 1985. Y, por si faltaba algo, un buen puñado iba mandando mensajitos con el móvil o llevaba el cinturón de adorno.
Sin casco en pleno 2025 y el exceso de velocidad en obras
La Guardia Civil contabilizó infracciones para todos los gustos, aunque el exceso de velocidad se llevó la medalla de (des)honor con el 86 % de los casos. La cifra exacta impresiona: 14.058 denuncias solo por pisar el acelerador más de la cuenta en zonas señalizadas como peligrosas:
Tipo de infracción | Denuncias |
---|---|
Exceso de velocidad en obras | 14.058 |
Desobedecer señales (agentes, conos, semáforos…) | 462 |
Uso del teléfono móvil | 174 |
Conducir sin cinturón | 172 |
Circular sin casco | 3 |
Alcohol positivo | 63 |
Presencia de drogas | 50 |
Adelantamientos indebidos | 114 |
No guardar distancia de seguridad | 32 |
Cambio de carril antirreglamentario | 22 |
Conducción negligente | 20 |
Estas cifras no son simples estadísticas: detrás hay riesgos muy reales. En 2024 se registraron 142 siniestros relacionados con trabajos de mantenimiento; 23 de esos accidentes afectaron directamente a operarios que estaban a pie de obra. Un despiste de segundos puede costar una vida y, de paso, una multa que hace temblar la cartera.
¿Por qué tanta prisa en los tramos de obras?
Podría pensarse que el problema es la falta de señalización, pero la DGT recalca que las obras se anuncian con antelación y buena visibilidad. El verdadero enemigo es la “prisa crónica”: esa sensación de que un minuto perdido retrasa el fin del mundo. Los conductores aceleran para “no llegar tarde” sin reparar en que, a 80 km/h en lugar de 60 km/h, el ahorro es de segundos y el riesgo se multiplica.
Además, la obra cambia las reglas del juego: carriles más estrechos, operarios a pocos metros y conos que obligan a maniobrar en espacios reducidos. Un leve volantazo o un frenazo mal calculado puede acabar en choque, atropello o vuelco. Por tanto, respetar los límites específicos no es capricho burocrático; es una cuestión básica de supervivencia propia y ajena.
Recomendaciones para evitar una multa (y un susto)
En primer lugar, reduce la velocidad antes de entrar en la zona de obras; frenar en el último instante es tan inútil como caro. De hecho, el radar suele estar al comienzo del tramo para cazar a los impacientes.
En segundo lugar, mantén una distancia de seguridad holgada y olvídate del móvil: un mensaje puede esperar, la vida de un operario no. Así evitarás formar parte de la estadística y, de paso, conservarás intactos tu carné y tu bolsillo.