A veces basta con un par de cervezas a media mañana para desmontar tópicos. Eso es justo lo que le ha ocurrido a la actriz argentina Constanza Chismechian, recién aterrizada en Madrid. Tras 21 días de rodar por la capital, asegura que la sociedad española le parece “una raza avanzada” capaz de mezclar trabajo y ocio con una facilidad pasmosa.
Su conclusión se ha vuelto viral: el vídeo ya roza 1.000.000 de visitas y, para más inri, se grabó un lunes a las 10 de la mañana, con traje y caña en mano. ¿El detalle que la deja sin palabras? Que, pese al ritmo, “los tipos laburan y al país le va espectacular”. Y ahí es donde arranca esta historia tan cotidiana como sorprendente.
¿Qué le ha sorprendido a Constanza en sus primeros 21 días en Madrid?
La intérprete, que llegó a la ciudad a finales de junio, confiesa que lo primero que la dejó boquiabierta fue ver a ejecutivos bien trajeados pidiendo una cerveza antes del café. Según cuenta, lo vio el lunes, el martes y el miércoles… hasta convertirlo en su nuevo paisaje urbano.
Además, subraya que su Buenos Aires natal no se queda corta en cuestión de copas, pero el “nivel español” supera con creces su experiencia previa: “Y eso que vengo de Argentina”, recalca. La naturalidad con la que aquí se mezcla la barra con la oficina es, para ella, territorio inexplorado.
¿Por qué habla de “raza superior”?
La actriz se aventura a una explicación casi científica: si se bebe, se fuma y, aun así, se rinde, “tiene que haber algo genético”. Con 26 años, admite que una noche de sábado la deja “llorando hasta el lunes” por la resaca, mientras que el madrileño medio enlaza jornada laboral y vida social sin despeinarse.
En tono entre incrédulo y divertido, concluye que los españoles han perfeccionado una fórmula biológica que les permite alargar los días: “¿Cómo hacen para mantener ese ritmo de vida social y actividad? Yo es que no lo entiendo”.
¿Qué peso tienen el alcohol y el tabaco en esta percepción?
Chismechian recalca la “ingesta alucinante” de alcohol que ha presenciado, aunque reconoce que el consumo no parece afectar al rendimiento: “Lo peor de todo es que los tipos laburan”. Para rematar, señala que aquí “se fuma un montón”, algo que a ella, fumadora, confesa, le da “mucha paz”.
El detalle curioso es que liga ese hábito con una esperanza de vida que, a simple vista, considera alta: “Veo una población bastante envejecida, lo que me sigue dando paz porque siguen viviendo”. Su lógica es simple: si beben y fuman y, aun así, duran, algo bien estarán haciendo.
Ventajas que la actriz valora de España frente a Argentina
No todo es cerveza. La intérprete destaca la seguridad como su mayor descubrimiento: poder volver a casa “a la una de la madrugada” sin miedo le resulta “impagable”. Esa sensación de tranquilidad marca la gran diferencia con su vida anterior.
Añade, además, que la cultura cálida española (pese a estar en una Europa que percibe “más fría”) ha suavizado su aterrizaje. Según sus propias palabras, España y Argentina le parecen “los mejores países del mundo”, pero la estabilidad de la primera le está ganando el corazón.
Pasos para aterrizar en la vida española sin morir en el intento
Adaptarse a un país nuevo puede ser tan sencillo como seguir unas cuantas pautas.
- Prueba el horario local: sí, la caña de las 10.00 h existe; tómatela y observa.
- Combina ocio y trabajo con moderación: un tercio de caña no implica un tercio menos de productividad.
- Abraza la calle: las terrazas son la mejor aula para entender la cultura.
- Confía en la seguridad, pero sin bajar la guardia: vuelve tarde, pero con sentido común.
- Si fumas, no te sorprendas: aquí no eres la excepción, aunque tu salud agradecerá las pausas.
Con estas cinco pistas, cualquier recién llegado (argentino o de donde sea) podrá compartir la rutina “superior” sin quedar noqueado en el intento.
Por tanto, la experiencia de Constanza Chismechian es un recordatorio de que las diferencias culturales, por chocantes que parezcan, pueden convertirse en un punto de encuentro… o, al menos, en un gran tema de conversación para la hora del vermú.