En Madrid, pedir un café en terraza sigue siendo el salvavidas de muchos que necesitan rematar la mañana con cafeína y un poco de sol. Daniel Fuentes, doctor en Economía y profesor en la Universidad de Alcalá, creyó que aquel miércoles sería otro rito tranquilo.
Se acomodó en una mesa prácticamente vacía, consultó la carta con la calma de quien no espera sorpresas y pidió un café corto. La respuesta le llegó como jarro de agua fría: “solo copas, señor”. Eran las 12:50 y, al parecer, la cafetera estaba de vacaciones anticipadas. Desconcertado, sacó el móvil y escribió en X una pregunta que retumba todavía: “Defina en qué se ha convertido Madrid”.
¿Qué pasó exactamente en la terraza del centro?
El incidente ocurrió en un bar del centro madrileño, con todas las mesas libres y sin el clásico bullicio turístico que a veces lo justifica todo. Fuentes, sin más pretensión que disfrutar de un café al aire libre, se topó con la política interna del local: a partir de las 12:50 solo se despachaban bebidas alcohólicas, ni rastro de espresso o cortados.
Al sentirse poco menos que expulsado del ritual cafetero, el profesor relató la escena en X. Cerró su publicación con la citada frase “Defina en qué se ha convertido Madrid”, lanzando una pulla que, en plena hora punta digital, prendió como yesca.
¿Por qué la anécdota ha incendiado X?
En pocas horas, la queja superó las 244.000 reproducciones, se multiplicó en miles de retuits y cosechó cientos de comentarios. La comunidad virtual se dividió entre quienes ven el caso como una simple rareza y quienes lo interpretan como síntoma de una ciudad cada vez más volcada al turismo‑exprés y al beneficio rápido.
Algunos usuarios recordaron que en 40 años de cafés en todos los barrios, obreros y “pijos”, jamás les habían negado uno. Otros lamentaron que Madrid corra el riesgo de convertirse en un “parque temático”, donde el vecino de a pie queda relegado a figurante y cada consumición parece un “atraco a mano armada”.
Cómo evitar que te pase lo mismo: pasos sencillos
Que no te corten el café a media mañana tiene truco y, por suerte, no requiere un máster en hostelería.
- Revisa los horarios del local antes de sentarte: muchos bares publican en la carta (o en la puerta) desde qué hora sirven comidas, copas o cafés.
- Pregunta al camarero nada más llegar; suena obvio, pero te ahorra la cara de póker cuando te digan que “solo gin‑tonics”.
- Elige cafeterías de toda la vida si la prisa aprieta: en las tradicionales, la cafetera funciona a pleno rendimiento hasta bien entrada la tarde.
- Ten un plan B cercano (otro bar, un kiosco o la máquina de la oficina) por si el “no” te pilla con mono de cafeína.
Si te rebotan igualmente, siempre queda la opción de hacer como Daniel: contarlo en redes y abrir debate. Al menos, la próxima vez que sean las 13:00, sabrás dónde no sentarte.