“Soy mayor para hacer lo que quiera”: Marie-José de 82 años prefiere derrochar toda su pensión con su novio virtual antes que volver a casa

Todos tenemos a ese familiar que se engancha a la tablet y se aísla del mundo, pero lo de Marie‑José supera cualquier tarde de Candy Crush. A sus 82 años, esta vecina de Bois‑Guillaume (Rouen) hizo las maletas en septiembre de 2024 y voló a Abiyán (Costa de Marfil) para vivir con Christ, un joven de 28 años al que conoció por Internet. Desde entonces, su jubilación vuela en apenas 48 horas y ya suma más de 100.000 euros en gastos.

Su hijo Xavier, de 61 años, no solo se llevó el susto: también ha chocado contra una justicia que avanza más despacio que un lunes sin café. Mientras tanto, la octogenaria insiste: «Hago lo que quiero con mi dinero» y cuelga el teléfono con la misma facilidad con la que otros cuelgan el abrigo. ¿Cómo se llega a este punto sin darse cuenta?

¿Cómo acabó una jubilada de Rouen en Abiyán?

Todo empezó en junio de 2024, cuando Marie‑José, viuda por segunda vez y aún tocada por la muerte de un amigo y de su perro Gavroche, pidió ayuda a Xavier. Él la encontró «ausente», pegada a la pantalla y convencida de haber encontrado el amor con un desconocido «muy cariñoso». Poco después, la mujer reveló que su galán virtual se había hecho pasar incluso por el presentador Frédéric Lopez. Aun así, ya estaba, según su hijo, “hipnotizada”.

En un visto y no visto, la anciana reservó billete y apareció en Abiyán sin avisar a nadie. Ni su hijo, ni sus nietas, ni los amigos de Normandía se enteraron hasta que las fotos comenzaron a circular: piernas hinchadas por el calor, sentada en un taburete y siempre acompañada por un joven cuya identidad real sigue siendo un misterio.

¿Qué señales indicaban una estafa sentimental?

Xavier no tardó en denunciar «abuso de debilidad y fraude emocional contra personas mayores». El abuso de debilidad, es decir, aprovechar la vulnerabilidad de alguien para sacarle dinero o decisiones que no tomaría en pleno uso de sus facultades, se veía venir, asegura, pero su madre no escuchaba razones.

  • Transferencias mensuales a cuentas marfileñas que vacían su pensión en dos días.
  • Cambios bruscos de carácter y aislamiento familiar total.
  • Comunicación filtrada: el joven responde por ella en llamadas y mensajes.
  • Aparición de gastos opacos por valor de más de 100.000 euros.

Ver estas señales a tiempo puede ahorrar disgustos y, sobre todo, muchos ceros en la cuenta.

Desde que la situación se descontroló, la embajada francesa en Abiyán ha citado varias veces a la pareja. Los encuentros, calificados de «tensos», confirman que Marie‑José parece «bajo control», pero como no existe tutela ni orden judicial firme, la diplomacia se queda en buenas palabras.

¿Cuánto dinero ha volado y qué dice la embajada?

Los extractos hallados por Xavier en el buzón de su madre desnudan la cruda realidad: compras y transferencias que pulverizan cada mes la paga de jubilación. «No creo que sea consciente de las sumas que se están despilfarrando», lamenta él. La frase favorita de la madre “Estoy harta de justificarme a mi edad” retumba en cada visita al banco.

Fuentes consulares admiten que conocen el truco: cuando el dinero se agota, los «enamorados» abandonan a la víctima frente a la embajada. Mientras, dos investigaciones por desaparición inquietante y fraude abiertas en otoño de 2024 quedaron en nada, y las últimas denuncias fueron archivadas en marzo de 2025 sin mover un solo papel.

Pasos prácticos para frenar este tipo de fraudes familiares

Primero, habla a tiempo. Si un mayor cambia de hábitos online o empieza a esconder el móvil, pregunta sin rodeos (pero con cariño) qué está pasando. Segundo, documenta todo: capturas de pantalla, recibos y extractos servirán cuando toque poner la denuncia. Por último, busca apoyo legal especializado; una abogada, como Nadège Fusina en este caso, puede presionar para que la fiscalía actúe antes de que la cuenta corriente quede en números rojos.

No obstante, la clave es prevenir: ayuda a tus mayores a configurar la privacidad de sus redes y explícales con paciencia que, si alguien pide dinero tras un «Te quiero» virtual, la alarma debería sonar más fuerte que el despertador un domingo. Porque, como bien sabe Marie‑José, la libertad de gastar es irrefutable, pero a veces sale carísima.

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