Profesores alertan de que las nuevas generaciones muestran menos respeto y compromiso en el aula: “No sé quién va a acabar dando clase”

Docentes de distintos centros comparten una preocupación: cada vez hay menos disciplina y un nivel académico más bajo que hace unos años. La profesora y creadora @laurimathteacher relata que ha llegado a necesitar veinte minutos para poder empezar su clase.

La conversación sobre el ambiente en las aulas vuelve a encenderse. La joven docente de matemáticas, conocida en redes como @laurimathteacher, reaccionó a un minireportaje televisivo que aseguraba que uno de cada cinco profesores se plantea dejar la docencia y describió un panorama dominado por el ruido, las interrupciones y el desánimo. ¿Qué está pasando en las clases?

Falta de disciplina y nivel académico más bajo, diagnóstico que se repite entre profesores

Cada vez son más los docentes que aseguran que los alumnos de hoy tienen menos disciplina y un nivel académico inferior al de hace unos años. Lo que antes se resolvía con una llamada de atención, hoy se convierte en una pérdida constante de tiempo. No es una queja aislada, sino un comentario que se escucha con frecuencia en salas de profesores y pasillos.

El ruido constante en las aulas retrasa el inicio y frena explicaciones seguidas

La profesora sostiene que el problema no es solo la falta de recursos o el exceso de burocracia, sino el clima continuo de ruido que domina la clase. «Veinte minutos de reloj he necesitado hoy para empezar mi clase», relata. Y cuando por fin logra iniciar, mantener una explicación seguida de más de dos minutos se vuelve misión imposible: los constantes cortes hacen que hasta el alumnado atento se desconecte. «¿Cómo van a entenderlo, se pregunta, si no hay manera de hablar?». ¿Quién puede concentrarse así?

A continuación, se resumen de forma visual algunos ejemplos descritos por la docente y su efecto en el aula:

Situación descritaEfecto en la clase
Veinte minutos para empezar la claseInicio tardío y menos tiempo de aprendizaje
Imposible explicar más de dos minutos seguidosInterrupciones y pérdida del hilo conductor
Cierran la libreta en mitad de la explicaciónDesconexión de quienes sí quieren seguir
«No voy a hacer nada hoy»Negativa explícita a trabajar

Como se ve, no hablamos de incidentes puntuales, sino de dinámicas que encadenan retrasos, frustración y menores resultados.

Apatía y desinterés de algunos alumnos, impacto emocional en quien enseña

La docente cuenta que el desinterés de parte del alumnado se ha convertido en una barrera emocional: hay quien cierra la libreta a mitad de clase porque ya no le apetece copiar más. Otros se niegan directamente a trabajar: «No voy a hacer nada hoy». Lo dice medio en broma, pero admite que a veces tiene que contenerse para no «estampar» a alguno. Y eso, para quien prepara sus clases con cuidado, duele. ¿Cómo sostener la motivación cuando el esfuerzo parece diluirse?

En este contexto, su testimonio deja cuatro ideas clave que ayudan a entender el debate:

  • Reacciona a un reportaje que afirma que uno de cada cinco profesores se plantea dejar la docencia.
  • Denuncia un ruido permanente que impide explicar con continuidad y calidad.
  • Describe actitudes de apatía que contagian al grupo y rompen el ritmo.
  • Señala las ratios como factor que multiplica interrupciones y dificulta enseñar.

Estas claves, más allá de un vídeo viral, reflejan inquietudes muy presentes en la conversación educativa.

Más alumnos por clase y ratios elevadas, un factor que empeora la disciplina

La profesora incide en que no todo depende del centro. Critica directamente las ratios: «Cuantos más alumnos hay por clase, más posibilidades hay de que alguno salte y te interrumpa». A su juicio, la acumulación de interrupciones está minando la vocación: «Nos están quitando las ganas de ser profesores. Al final, reflexiona, no sé quién va a acabar dando clase». La pregunta queda en el aire y no es menor: ¿cómo retener vocaciones y asegurar un entorno de aprendizaje cuando la clase se convierte en un “sálvese quien pueda”?

En definitiva, su relato condensa el malestar de muchos: menos disciplina, más ruido y un desgaste que se nota. La discusión seguirá, pero su testimonio pone voz a una realidad que, según numerosos docentes, se repite demasiado.

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