Jornadas de 10 a 12 horas, 7 días a la semana y sueldos mínimos: así es trabajar en este sector

Si alguna vez te has dejado llevar por el brillo de un crucero por el Mediterráneo o el Caribe, no eres el único. Detrás del buffet infinito y las piscinas, hay miles de personas sosteniendo esa experiencia a pulso. Muchos vienen de Filipinas, India, Honduras, Perú o Colombia y encadenan rutinas que el turista casi nunca ve. Para sus familias, fichar por una gran naviera suena a estabilidad, divisas y cierto prestigio. Y algo de eso hay, claro: alojamiento y comida cubiertos, países tachados del mapa personal. Pero el día a día a bordo no entiende de domingos ni de festivos, y ahí cambia el cuento.

¿Qué jornada y salario tienen quienes trabajan en un crucero?

La tripulación firma contratos temporales de entre cinco y nueve meses, sin días libres ni descansos remunerados. La jornada habitual se mueve entre 10 y 12 horas, los siete días de la semana; sí, siete, porque el mar no cierra por descanso semanal. Al terminar, vuelven a casa para dos meses de vacaciones no remuneradas antes del siguiente embarque. El salario va de 900 a 1.100 dólares mensuales (aproximadamente entre 750 y 950 euros), y la capacidad de ahorro mejora porque la empresa cubre alimentación y alojamiento.

Helena, colombiana de 29 años que trabaja en una tienda del barco, lo explica con una frase que seguramente has escuchado en casa: “Para mis padres, tengo un trabajo soñado. Vivo en un barco de lujo y paso el tiempo viajando (he contado 16 países). Pero no se imaginan lo que realmente implica”.

Resumen rápido de condiciones habituales:

AspectoDato exacto
Jornada10 a 12 horas diarias, 7 días a la semana
Contrato5 a 9 meses, sin días libres ni descansos remunerados
Vacaciones2 meses, no remuneradas, entre contratos
Salario mensual900 a 1.100 dólares (aprox. 750 a 950 euros)
Beneficios en especieAlimentación y alojamiento cubiertos por la empresa
Procedencia habitualFilipinas, India, Honduras, Perú, Colombia

En la práctica, ese salario “modesto” puede rendir más que en empleos igual de precarios en sus países de origen. De ahí que, pese a lo exigente del ritmo, muchas personas vean la jugada económica clara.

¿Dónde vive la tripulación y cuánto se mezcla con los pasajeros?

Las cabinas del personal están en cubiertas inferiores, en espacios reducidos y sin ventanas, generalmente compartidos. La privacidad es poca y la vida social gira en zonas comunes reservadas para la tripulación: comedores, sala de oración, gimnasio y áreas de ocio sencillas. El acceso al resto del barco está regulado y buena parte del equipo no pisa las cubiertas de pasajeros salvo para trabajar, según han contado varios empleados a Le Monde.

El mayor peaje, para muchos, es la distancia con los suyos. La conectividad ha mejorado y pueden hacer videollamadas, pero el tiempo y las condiciones mandan. La familia se ve crecer, a ratos, a través de una pantalla durante meses, como describe Vivek, trabajador originario de India. Por tanto, el esfuerzo emocional va en el mismo paquete que el uniforme.

¿Qué normas y qué protección laboral existen a bordo?

El día a día se rige por jerarquías claras y disciplina estricta: instrucciones precisas, uniforme reglamentario y horarios muy exigentes. Un error o una reclamación, aunque derive del cansancio o del exceso de trabajo, puede pesar al renovar el contrato. En otras palabras, conviene no dar pie a informes negativos.

A nivel de derechos, la cosa es ajustada. No hay representación sindical efectiva y apenas margen para negociar horarios o mejoras. La protección social se limita a lo imprescindible: atención médica básica y descanso mínimo, lo que marca el Convenio sobre el trabajo marítimo (un tratado internacional que fija requisitos mínimos de descanso y condiciones básicas). No hay prestación por maternidad ni indemnización garantizada en caso de accidente, y el derecho a huelga no está asegurado. Además, el temor a reclamar es habitual, porque una mala nota puede cerrar futuras oportunidades, según reporta Le Monde.

¿Por qué compensa para muchos?

Porque la cuenta de objetivos personales sale: ahorrar para una casa, pagar estudios de los hijos o montar un negocio al volver. También porque, con los años, una parte del personal accede a puestos con más responsabilidad y condiciones algo mejores. No obstante, son una minoría dentro de la plantilla y el camino es largo.

Si te planteas este trabajo, conviene tener claras las reglas del juego desde el principio. A modo de guía práctica, y basándonos en lo descrito, aquí van los puntos clave a considerar:

  • Los contratos suelen durar entre cinco y nueve meses.
  • No hay días libres ni descansos remunerados durante el contrato.
  • Tras cada periodo, hay dos meses de vacaciones no remuneradas.
  • La jornada habitual es de 10 a 12 horas diarias, siete días a la semana.
  • El salario ronda entre 900 y 1.100 dólares mensuales (aprox. 750 a 950 euros).
  • Alimentación y alojamiento están cubiertos por la empresa.
  • La cabina suele ser compartida, sin ventanas, en cubiertas inferiores; el acceso a zonas de pasajeros es limitado.
  • La protección social se reduce a atención médica básica y descanso mínimo previsto por el Convenio sobre el trabajo marítimo.
  • No hay garantía de prestación por maternidad, indemnización por accidente ni derecho a huelga.
  • Reclamar o tener incidentes puede afectar a la renovación del contrato.

En consecuencia, el atractivo económico existe, pero va acompañado de una vida muy reglada y una carga emocional considerable. Quien embarca suele hacerlo con un objetivo concreto y fechas mentales: ahorrar fuerte, cumplir contrato y volver a casa con el plan un paso más cerca.

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