Gasolina low cost o premium: lo que de verdad cambia según el “mejor mecánico de España”

Un referente del taller advierte sobre posibles averías a largo plazo, pero en España el combustible tiene el mismo origen y cumple estándares; la gran diferencia está en los aditivos y en el modelo de negocio.

La discusión vuelve a la calle: ¿es peor repostar barato? Un conocido mecánico, Carlos Pérez («el mejor de España») sostiene que el combustible low cost puede pasar factura con el tiempo. Sin embargo, la realidad es más matizada: en España la gasolina procede del mismo origen y debe cumplir unos mínimos de calidad. La clave está en los aditivos que cada compañía decide añadir… o no.

Gasolina low cost y gasolina premium: mismo origen con estándares mínimos

En nuestro país, el combustible que llega a las gasolineras comparte origen y estándares mínimos de calidad. El suministro se centraliza en Exolum (antes CLH), que recibe la gasolina desde refinerías de operadores como BP, Cepsa Moeve o Repsol. A partir de ahí, se distribuye a las estaciones de servicio. ¿Dónde aparece la diferencia? En la fase final: algunas comercializadoras incorporan aditivos y otras prefieren no hacerlo para abaratar el precio final.

Antes de seguir, un repaso rápido con las ideas clave para orientarse en el debate:

  • Mismo origen y estándares mínimos en el combustible que se vende en España.
  • Las diferencias llegan por los aditivos que cada empresa decide incorporar.
  • Hay advertencias sobre averías a largo plazo como posición de un mecánico.
  • La evidencia sobre beneficios de aditivos se considera limitada por expertos y OCU.

En resumen, no hablamos de dos gasolinas “opuestas” desde su origen, sino de un producto base común con tratamientos distintos en la última milla.

¿Cuál es el papel de los aditivos que cada compañía incorpora en su combustible? Los aditivos se presentan como aliados del motor: ayudan a mantener limpio el sistema de alimentación y a reducir residuos que podrían afectar al rendimiento y la durabilidad. Exolum, incluso, dispone de su propia línea (HQ300) disponible para parte del combustible almacenado. Eso sí, la decisión final de cargar con aditivos o sin ellos recae en cada comercializador. Sin aditivos, el precio baja; con aditivos, sube el coste, pero se vende la promesa de más cuidado y, en teoría, más kilómetros por depósito.

Evidencia científica limitada y opiniones de expertos sobre beneficios reales

¿Hay pruebas concluyentes de que los aditivos mejoren el consumo o alarguen la vida del motor? Profesores de Ingeniería Química consultados sobre esta cuestión sostienen que, a nivel de análisis, las gasolinas resultan muy similares. También desde organizaciones de consumidores se señala que los efectos atribuidos a los aditivos no son fáciles de comprobar en condiciones reales. Por lo tanto, conviene moderar las expectativas: las mejoras que se anuncian pueden existir, pero demostrar su impacto real no es tan sencillo.

A continuación, una tabla comparativa para visualizar las diferencias más citadas entre ambas opciones:

AspectoLow costPremium
Origen del combustibleMismo origen y estándares mínimosMismo origen y estándares mínimos
AditivosGeneralmente menos o ningunoFórmulas específicas añadidas
Precio finalMás bajo por menor tratamientoMás alto por aditivación
Promesas de rendimientoSin promesas adicionales destacadasMantener limpio y potencial de más kilómetros
Modelo de negocioCostes operativos reducidosFidelización, tiendas y valor añadido

Como se ve, la divergencia no nace en la refinería, sino en cómo cada empresa “viste” el producto antes de llegar al surtidor.

Economía de escala, mantenimiento de depósitos y estafas que nublan el debate

La low cost ahorra en personal, I+D y publicidad, y traslada ese recorte al precio. La premium, en cambio, apuesta por aditivos, programas de puntos y servicios en tienda. ¿Significa eso que una sea “mala” y la otra “buena”? No necesariamente. De hecho, el mantenimiento de la estación (rotación del producto y depósitos cuidados) y el cumplimiento de los estándares mínimos pesan mucho en la calidad que llega al coche.

Otro factor que ensucia la conversación son las estafas detectadas: ventas con combustible de peor calidad o triquiñuelas fiscales que han dañado la imagen del segmento más barato. Esto quiere decir que, más que demonizar una etiqueta, conviene fijarse en la seriedad del operador y en el cuidado de sus instalaciones.

Si buscas una guía práctica, no te líes: mismo origen, estándares comunes y diferencias por aditivos y modelo de negocio. Reposta donde te inspire confianza, con estaciones bien mantenidas y, si te encaja pagar más, valora los aditivos; si no, el producto base cumple lo exigido.

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