Empieza el paseo y no hay nada que delate lo que viene: solo brisa atlántica, arena dorada y unas rocas que, a primera vista, no parecen tener secretos. Sin embargo, basta acercarse un poco para notar que el mar aquí no ruge; más bien inhala y exhala con un sonido grave y pausado.
Es la típica experiencia que terminas contando a amigos incrédulos, de esas que ni Instagram logra capturar del todo. ¿Te suena esa sensación de quedarte callado porque el paisaje habla por ti? Pues en Porto do Son pasa a cada minuto. Y, para que no te quedes con la duda, aquí va la explicación detallada (cifras incluidas) de por qué esta playa se ha ganado fama de “altavoz” atlántico.
¿Por qué en Praia das Furnas el mar suena distinto?
En este tramo de la costa sur de la ría de Muros y Noia, el Atlántico se cuela en cavidades naturales y provoca lo que los expertos llaman “resonancia acústica marina”. Dicho de forma llana: el agua entra con fuerza, rebota en la roca y sale transformada en un soplido profundo, casi como si las piedras tuvieran pulmones.
Elemento | Dato exacto |
---|---|
Localización | Praia das Furnas, Porto do Son |
Fenómeno | “Resonancia acústica marina” |
Tipo de formación | Cavidades y grietas de erosión |
Cine | Escenarios de Mar Adentro (Alejandro Amenábar) |
Conviene saber que no hay muchas playas en Europa con este comportamiento sonoro. Por eso no extraña que el Parque Nacional de las Islas Atlánticas describa la zona como un “altavoz geológico que proyecta el aliento del océano”. Y, visto lo visto, no les falta razón.
¿Qué planes completan la visita a Porto do Son?
El encanto no acaba en el susurro marino. A menos de 10 minutos en coche, aparecen rutas verdes, ruinas celtas y miradores que justifican quedarse más tiempo.
- Escuchar la “respiración” en Praia das Furnas y, de paso, bañarse en las piscinas naturales que se forman entre marea y marea.
- Recorrer el Castro de Baroña, asentamiento de hace más de 2.000 años que se asoma al mar como si vigilara las olas.
- Subir al Mirador del Monte Enxa, a 539 m de altitud, para llevarse la panorámica completa de la ría y de la sierra del Barbanza.
En cada parada manda la misma norma no escrita: nada de prisas. Aquí el tiempo se mide al ritmo de las mareas y del vaivén de los barcos del puerto.
Guía exprés para organizar tu escapada
Si te gusta combinar mar y monte sin multitudes ni chiringuitos a todo volumen, este municipio del Barbanza cumple de sobra. En el interior te espera la fervenza de Ribasieira, una cascada de entre 15 y 20 m que se desliza entre pinares como si fuera la banda sonora alternativa del lugar. Y por si la memoria falla, el Museo da Memoria Mariñeira en el centro urbano recopila fotos, artes de pesca y relatos que explican por qué Porto do Son vive pegado al Atlántico.
Por tanto, solo necesitas calzado cómodo, ganas de escuchar y curiosidad por dejarte sorprender. El resto (vistas infinitas, historia celta y ese peculiar “aliento” oceánico) ya lo pone Galicia.