Estás en mitad de la tarde, con el ordenador aún abierto y la merienda medio olvidada sobre la mesa. Tu hijo reclama atención, tu jefe reclama resultados y tu cuerpo te recuerda con un bostezo que llevas días durmiendo regular. Aun así, sigues tirando: “ya descansaré mañana”, piensas. El problema es que ese mañana nunca llega y la fatiga se acumula.
El psicólogo Álvaro Bilbao lo advierte sin rodeos: tus hijos aprenderán a cuidarse no por lo que les digas, sino por cómo te vean cuidarte hoy. Y ahí es donde la teoría choca con la dura práctica de la conciliación diaria.
¿Por qué la paternidad exprime tanto la energía?
La prioridad número uno de cualquier madre o padre es ofrecer un entorno seguro y cariñoso a sus pequeños. Sin embargo, combinar jornadas laborales maratonianas con la crianza convierte cada día en una carrera de fondo. Bilbao recuerda que, cuando el descanso se vuelve casi inexistente, la pila corporal y mental se agota más rápido de lo que quisiéramos admitir.
Por otro lado, la rutina no se detiene porque tengamos niños: correos, reuniones, recados y algún que otro atasco hacen que el supuesto “tiempo libre” se diluya antes de que podamos decir «sofá». El resultado es una versión nuestra que funciona a medio gas y que, paradójicamente, pretende educar a pequeños llenos de energía.
¿Cómo sugiere Álvaro Bilbao equilibrar el autocuidado y la crianza?
Bilbao lo resume en un mensaje que se ha hecho viral en TikTok: “Tus hijos no se van a cuidar el día de mañana como tú les cuidaste cuando eran niños, sino como te vieron cuidarte a ti”. Dicho de otro modo, el espejo vale más que mil sermones.
Para el experto, la organización es la pieza clave. Necesitamos reservar momentos reales (no imaginarios) para el descanso y la desconexión. Solo así podremos sostener la paciencia y el buen humor imprescindibles en casa. De ahí que insista en predicar con el ejemplo: si te ven parar, comer sano y moverte un poco cada día, asumirán que ese es el modo normal de vivir.
Pasos para recargar pilas sin perder de vista a los peques
Antes de lanzarte a copiar horarios imposibles, conviene probar pequeños ajustes que sí encajan en la agenda.
- Reserva mini‑pausas diarias: cinco minutos de respiración o estiramientos mientras ellos juegan cerca rompen la cadena de estrés.
- Comparte responsabilidades: turnarse con la pareja o apoyarse en abuelos y amigos, evita que todo el peso caiga siempre sobre la misma espalda.
- Aprovecha la rutina infantil: cuando duermen la siesta o ven sus dibujos, dedícate un rato a leer, meditar o simplemente no hacer nada.
- Cuida tu alimentación: preparar meriendas saludables para todos, reduce tentaciones rápidas y te da energía estable.
- Normaliza decir “ahora no”: posponer tareas domésticas no urgentes, protege tu descanso y enseña a priorizar.
Esos gestos, aunque parezcan pequeños, suman un efecto dominó: más energía para ti, mejor humor en casa y, por extensión, hijos que aprenden a escucharse.
Recomendaciones prácticas para empezar hoy mismo
En primer lugar, identifica la franja del día donde tu nivel de cansancio toca suelo y bloquea ahí un microespacio de autocuidado. Posteriormente, comunica a tu entorno (familia y trabajo) que ese momento es tan intocable como una reunión importante.
No obstante, si surge un imprevisto, ajusta sin culpa y busca otra ventana; la flexibilidad es amiga del éxito. En consecuencia, verás cómo la tensión baja y los peques perciben un ambiente más relajado. Esto quiere decir que educas no solo con palabras, sino con hechos que podrán imitar cuando sean adultos.