Cincuenta sacos al día, dolor de espalda y apenas 1.200 euros: así describe Pascual la realidad de la construcción actual

La voz de Pascual, albañil curtido tras décadas de obra, suena a cualquiera que haya intentado cuadrar facturas con sueldos menguantes. No hace tanto tiempo, cargar sacos de cemento podía dejar a fin de mes un sueldo que rondaba los 3.000 o incluso 4.000 euros. Hoy, quienes siguen “en el tajo” ven cómo el bolsillo ya no pesa tanto como la espalda y las rodillas.

Entre el sudor, los golpes de martillo y un mercado inmobiliario ralentizado, la construcción española ha perdido gran parte de su brillo. La consecuencia es tan cotidiana como el pan: el oficio se queda sin relevo y las obras, sin manos. ¿Te suena la escena? A Pascual, desde luego, sí.

¿Cuánto cobraba un albañil antes y cuánto ahora?

Antes de la crisis, las cuentas salían con holgura: “Antes ganabas 3.000 o 4.000 euros, ahora te dejas la espalda por 1.200 euros”, lamenta Pascual. El descenso salarial no se queda ahí; los puestos de mayor responsabilidad también han visto rebajadas sus cifras:

Categoría profesionalSalario antes de la crisis (€/mes)Salario actual aproximado (€/mes)
Albañil (oficio general)3.000 – 4.0001.200
Oficial de primera1.500 – 1.600
Encargado de obra1.800

En palabras del propio obrero, “Un oficial de primera puede cobrar entre 1.500 y 1.600 euros, y un encargado, como mucho, 1.800”. La brecha entre esfuerzo físico y recompensa económica se ensancha cada mes, y el grueso del sector se pregunta cuánto más se puede estirar la cuerda antes de que falten aún más manos.

¿Por qué la obra ya no seduce a los más jóvenes?

Por un lado, están los números: bajar de 50 a 100 sacos de 25 kilos cuando el sol aprieta no resulta tentador a cambio de 1.200 euros. Por otro, el riesgo inherente, andamios, herramientas que cortan más que el pan y jornadas interminables, ahuyenta a quienes comparan con oficios menos peligrosos y mejor pagados, como la mecánica.

Además, la profesión arrastra cierta “invisibilización social”, como señala Pascual; pocos celebran al albañil que levanta hogares ajenos mientras se deja la salud. De ahí que la cantera de aprendices se haya vaciado y las constructoras busquen, sin demasiada suerte, nuevos brazos dispuestos a cargar el futuro ladrillo a ladrillo.

Pasos si ya estás en el tajo y no quieres salir maltrecho

Mantenerse en la obra sin acabar hecho polvo no es misión imposible, pero sí requiere estrategia. Toma nota de estas recomendaciones básicas:

  1. Exige formación en prevención de riesgos: conocer el protocolo correcto reduce accidentes y protege tu salud a largo plazo.
  2. Usa ayudas mecánicas y postura correcta al levantar sacos: tu espalda lo agradecerá cuando llegues a la jubilación.
  3. Consulta el convenio provincial antes de firmar: confirma sueldos mínimos y pluses de peligrosidad para no regalar horas.
  4. Solicita reconocimientos médicos periódicos: detectar a tiempo lesiones en rodillas y columna evita males mayores.
  5. Negocia colectivamente: la unión en la obra empuja mejoras salariales más rápido que hacerlo por tu cuenta.

Adoptar estas prácticas no hace milagros, pero sí marca la diferencia entre terminar la jornada con un simple cansancio digno o con una lesión de recuerdo permanente.

Por mucho que el oficio se haya devaluado, cada ladrillo colocado sigue sosteniendo barrios enteros. De ahí que, si la construcción pretende recuperar atractivo, la ecuación salario–esfuerzo tendrá que volver a cuadrar: menos dolor de espalda y más ceros en la nómina. Hasta entonces, Pascual y compañía seguirán cargando el peso, literal, del sector.

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