El arquitecto Edu Saz advierte: antes de firmar la hipoteca revisa dónde están los muros de carga y evita pisos que parezcan tubos

Buscar piso de segunda mano puede ser tan emocionante como agobiante: fotos retocadas, visitas maratonianas y esa vocecilla interior que dice “ya lo reformaré”. Sin embargo, no todo se arregla con un derribo de tabiques y un cubo de pintura. El arquitecto Edu Saz acaba de poner el freno de mano a tanto optimismo: hay viviendas que, por pura lógica espacial, debería estar prohibido vender. Su diana son tres errores de diseño que no se solucionan ni con la mejor reforma. Si no quieres convertir tu futuro hogar en un laberinto oscuro, conviene tomar nota antes de firmar. ¿Te suena aquello de “entra por aquí y al fondo verás la luz”? Pues, literalmente, podría ser verdad.

Los tres errores estructurales, en un vistazo

Antes de lanzarte a comparar suelos hidráulicos o encimeras de moda, memoriza esta pequeña guía de supervivencia inmobiliaria:

  • Entrada por la esquina: bienvenida al pasillo kilométrico y a las estancias encadenadas sin luz.
  • Muros de carga en el centro: adiós a la idea de “tirarlo todo” y crear un salón diáfano; la estructura manda.
  • Piso “tipo tubo”: dos medianeras, forma alargada y casi ninguna ventana: la oscuridad como compañera de piso.

Son diseños habituales en edificios levantados entre 1960 y 1980, y su principal problema es que convierten la distribución en un Tetris imposible.

Acceder a la vivienda por una esquina obliga a trazar un pasillo largo para llegar a cualquier parte. Resultado: metros cuadrados desperdiciados, habitaciones sin jerarquía y la luz natural confinada al extremo donde estén las ventanas. Saz insiste en que la puerta debería situarse en una zona intermedia para crear un recibidor que reparta con lógica las zonas de día y de noche. De lo contrario, el comedor acabará junto a un corredor sombrío y la reforma servirá solo para maquillar el problema.

Muros de carga centrales: la reforma imposible

El mantra “todo tabique se tira” se estrella contra la realidad cuando hablamos de muros de carga. Colocados en medio del plano, impiden unir espacios contiguos y, si la vivienda ya es pequeña, la sensación de angostura se multiplica. Demolerlos es técnicamente arriesgado y carísimo, de modo que tu salón abierto se queda en un sueño caro y, probablemente, inalcanzable.

Saz llama “tipo tubo” a esas viviendas estrechas y larguísimas que se sitúan entre dos medianeras. El principal drama es la falta de ventilación cruzada y de luz natural en la mayor parte de las estancias: cocinas interiores, baños sin ventana y salones al fondo que piden a gritos una lámpara a pleno día. Reformar un túnel no convierte el túnel en catedral; solo suma focos empotrados a la factura.

¿Qué revisar antes de comprometerse?

Por muy tentador que resulte un suelo hidráulico o un precio “de oportunidad”, conviene preguntarse tres cosas esenciales: ¿por dónde se entra?, ¿dónde están los muros de carga? y ¿cómo entra la luz? Además, no te quedes en los acabados bonitos: revisa las actas de la comunidad y la Inspección Técnica del Edificio, sobre todo si el bloque supera los 50 años.

Así evitarás derramas, sorpresa y disgustos estructurales que llegan, cómo no, cuando ya has colgado tu primera foto en el salón. Porque sí: hay chapuzas que un buen arquitecto puede arreglar; la lógica espacial, en cambio, no conoce milagros.

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