¿Quién no ha rebuscado alguna vez en ese cajón donde acaban las cosas “por si acaso”? Entre botones huérfanos y cargadores de móvil prehistóricos, quizá duerma un trozo de papel que podría pagarte las próximas vacaciones o medio coche nuevo, si eres de los optimistas. Hablamos de un billete de una sola peseta, impreso el 22 de julio de 1953, cuando una barra de pan costaba unas cuantas perras gordas y nadie soñaba con el euro.
Hoy, ese papelillo con el Marqués de Santa Cruz en primer plano puede alcanzar la friolera de 25.000 euros en subastas especializadas. Parece una broma cara, pero no: la numismática paga estas alegrías. Así que, antes de descartarlo como “trasto viejo”, mejor sigue leyendo; puede que tu próxima sorpresa esté doblada en cuatro dentro de un sobre amarillento.
¿Por qué un billete de una peseta puede costar 25.000 euros?
En primer lugar, conviene recordar que la pieza está “firmada” por la Historia: se imprimió en Madrid el 22 de julio de 1953 y luce al Marqués de Santa Cruz en el anverso, mientras que su reverso presume de un galeón y el valor facial. Además, hablamos de ejemplares auténticos y perfectamente conservados, dos requisitos que los coleccionistas pagan a precio de capricho exclusivo.
Por contraste, una peseta corriente del mismo año apenas ronda los 3 euros en el mercado. Sí, has leído bien: la diferencia entre un billete “mint condition”, así llaman los expertos a la conservación impecable, y otro sobado por la vida equivale a varios ceros en la cuenta bancaria. De ahí que más de uno se rasque la cabeza ante el milagro de ver multiplicado tanto dinero con un simple trocito de papel.
Otros billetes de pesetas que también quitan el sueño
Antes de lanzarte a vaciar cajones, echa un vistazo a estos ejemplares que, sin llegar a los 25.000 euros, siguen protagonizando subastas muy golosas:
- 100 pesetas “Dama de Elche”: impreso durante la Guerra Civil, diseñado por el británico Thomas. Casi todos fueron confiscados y destruidos en 1939; los supervivientes se pagan hoy entre 15.000 y 20.000 euros.
- 1.000 pesetas “Alcázar de Toledo”: una de las primeras series bélicas. Su reverso muestra el famoso Alcázar y las piezas bien conservadas rondan los 3.600 euros.
Como ves, la memoria histórica cabe en la cartera… y a veces engorda la del banco.
Breve historia de la peseta en papel
El primer billete de pesetas vio la luz el 1 de julio de 1874, cuando el Banco de España obtuvo la exclusiva de impresión. Desde entonces desfilaron más de 50 emisiones distintas, cada una con sus diseños, firmas y anécdotas de despacho.
La aventura terminó el 1 de enero de 2002, fecha en la que el euro empezó a circular junto a la vieja moneda hasta el 28 de febrero de ese mismo año. Posteriormente, los españoles tuvieron de plazo hasta el 30 de junio de 2002 para canjear sus billetes y, finalmente, hasta el 30 de junio de 2021 para despedirse definitivamente de la peseta. Desde entonces, todo aquel papel sin cambiar se ha convertido en potencial tesoro numismático.
¿Qué hago si encuentro uno en casa?
Lo primero, mantén la calma y no intentes “plancharlo” para que quede más liso: podrías devaluarlo. Guarda el billete en una funda de plástico transparente y rígida, las venden en cualquier tienda de coleccionismo, para evitar roces o humedad. Después, consulta a un profesional acreditado o acude a una casa de subastas especializada; ellos certificarán la autenticidad y te orientarán sobre el rango de precios real.
En segundo lugar, sé paciente. El mercado numismático depende de la demanda y del estado de conservación: un ligero rasguño o una mancha de humedad puede restar cientos, o miles de euros. Por tanto, fotografíalo bien, conserva cualquier documentación (si la tienes) y, sobre todo, no lo malgastes en un café: recuerda que podrías estar sujetando 25.000 euros en la punta de los dedos.