El jamón nos mira desde la encimera como quien vigila que no lo dejemos secarse. Seguro que tú también has dudado entre taparlo con su propia grasa, envolverlo con un paño heredado de la abuela o, sencillamente, cortar y correr.
No eres el único: conservar esta joya gastronómica es casi un arte doméstico. Bastan un descuido y un poco de aire para que la pieza pierda brillo y, peor aún, sabor. Por eso los maestros jamoneros insisten en métodos sencillos pero implacables. ¿La buena noticia? No necesitas artilugios raros, solo sentido común y un rollo de film de plástico. Vamos al lío.
¿Por qué no sirve la grasa ni el paño tradicionales?
Durante años nos han vendido que envolver la zona de corte con las propias vetas de grasa era poco menos que ciencia infalible. Nada más lejos: la grasa rancia transfiere sabores y favorece la oxidación, justo lo que queremos evitar. Lo mismo ocurre con el típico paño de cocina que, a fuerza de absorber humedad, acaba invitando a la temida dureza.
Además, el oxígeno campa a sus anchas bajo esos métodos, acelerando la pérdida de jugosidad. El resultado es un jamón que huele menos a fiesta y más a museo. Así que, por muy bonita que quede la pieza “vestida”, toca desterrar la tradición y abrazar el plástico.
¿Cómo tapar el jamón para que se conserve más tiempo?
La clave está en crear una barrera hermética que mantenga al oxígeno a raya. Ahí entra en escena el film de plástico: barato, fácil de encontrar y tremendamente eficaz.
- Estira bien el film y adhiérelo solo sobre la zona de corte, sin apretar el resto de la pieza.
- Sella los bordes para que no queden bolsas de aire.
- Renueva el plástico cada vez que cortes unas lonchas; tardarás un minuto y el jamón te lo agradecerá.
- Opcional: coloca encima la lámina de grasa que acabas de retirar; actuará como segunda “tapa” natural.
Este sencillo truco alarga la vida útil de la pieza a temperatura ambiente y mantiene esa jugosidad que convierte cada loncha en puro vicio. Y sí, todo ello sin necesidad de frigorífico ni inventos caros.
¿Cuánto dura un jamón envasado al vacío?
Si prefieres comprar el jamón ya loncheado y sellado, la tecnología del vacío es tu aliada. Al eliminar el oxígeno, se frenan la oxidación y el crecimiento de microorganismos: así, el producto puede aguantar entre 3 y 6 meses sin abrir, siempre que respetes la fecha marcada por el fabricante y lo guardes en un lugar fresco.
Eso sí, una vez roto el sello, el reloj corre más deprisa. Lo ideal es consumirlo en 2 a 4 semanas y, mientras tanto, mantener las lonchas en el frigorífico, bien envueltas en film o dentro de un recipiente hermético. Así evitarás la aparición de moho y disfrutarás del jamón como recién cortado.