¿Te imaginas pedir comida y de paso que el rider se lleve tu bolsa de basura? A veces, la comodidad roza lo absurdo, y en Cádiz han subido un escalón más. El protagonista, un repartidor de Glovo llamado alex_solla, se llevó la sorpresa, y el olor, cuando una clienta le pidió “el favorcito”.
El vídeo en el que lo cuenta, grabado mientras bajaba unas escaleras, suma ya 25.000 reproducciones en menos de 24 horas. Nada mal para una anécdota de servicio a domicilio que debería haberse quedado en la puerta. Y es que, cuando la línea entre trabajo pagado y recadero personal se difumina, las redes arden… con razón.
¿Qué le pidió exactamente la clienta al repartidor?
El encargo sonaba inocente: entregar la cena. Sin embargo, la mujer añadió un “detalle” de última hora ,“¿puedes bajar la basura?”, que pilló al mensajero con la boca abierta. Para más inri, la petición no era nueva: ya se lo había solicitado en una entrega anterior, según confiesa él mismo.
La segunda vez, cámara en mano, dejó constancia: «Quedo como un borde si me niego, pero ¿de verdad es necesario?». Que un servicio exprés se convierta en concierge doméstico gratis es, como mínimo, discutible.
¿Por qué la petición ha levantado polémica en TikTok?
En los comentarios, la mayoría tachó el gesto de “cara dura”. Solo unos pocos lo justificaron si la clienta fuera una persona mayor o con movilidad reducida. Pero el propio tiktoker cortó rápido: «Me dijo literalmente “es que la que limpia no ha podido sacarla”».
Otros usuarios barajaron el factor económico: propina sí o sí. Sin incentivo, el favor pierde toda simpatía. De hecho, aparecieron consejos para plantar cara con elegancia, como decir: «Manipulo alimentos, no puedo tocar residuos». Prueba de que la comunidad digital se ha convertido en un consultorio exprés de soft skills para repartidores.
¿Qué dicen las normas de reparto sobre estas “ayudas extra”?
Ni la Ley Rider (Real Decreto‑ley 9/2021, de 11 de mayo) ni los términos de Glovo contemplan recoger basura de clientes. La actividad está limitada a transportar alimentos y productos , y punto. Aceptar tareas ajenas podría acarrear problemas de higiene e, incluso, sanciones internas.
Por otro lado, cargar bolsas no previstas podría vulnerar la prevención de riesgos laborales: peso adicional, sustancias peligrosas o simples cortes con vidrio mal cerrado. Así que, legalmente hablando, el rider puede negarse sin miedo a penalización.
Que levante la mano quien no haya hecho un favor de más en el trabajo por quedar bien. Sin embargo, cuando la línea roja es la higiene y tu salario no cubre “servicios premium”, toca sacar carácter. Al fin y al cabo, como recuerda alex_solla, “no te voy a decir que no… pero casi”. Y tú, ¿qué harías si te toca el próximo encargo “todo‑en‑uno”?