La educación de los hijos es una de esas cuestiones que atraviesa nuestra vida y también la de ellos. Procurar que crezcan en un ambiente sano y comprensivo para que cuando sean adultos sean independientes, responsables y tomen la iniciativa sobre su vida y sus decisiones. Uno de los aspectos que está tomando fuerza durante los últimos años es la inteligencia emocional.
La inteligencia emocional en la infancia es un aspecto crucial para el crecimiento y desarrollo de las niñas y niños. A través de ella, podrán ser capaces de reconocer, comprender y gestionar tanto las emociones propias como las ajenas. Por ello, será importante fomentarla entre nuestros hijos o menores a cargo. Así, conseguiremos que aprendan a establecer límites y relaciones saludables, a ser capaces de resolver conflictos y, en general, a tener una vida con un mejor bienestar emocional.
Esta capacidad será esencial para el desarrollo social y emocional del niño y les permitirá tener un mayor autoconocimiento sobre sus propias emociones, ya sean positivas o negativas, a tener un mayor autocontrol sobre sus reacciones y empatía para con los demás y a tener habilidades sociales para establecer relaciones interpersonales saludables.
Siete estrategias para educar a tus hijos en inteligencia emocional
Se ha podido demostrar como los padres que adquieren ciertos hábitos, crían a hijos con una mayor capacidad para la inteligencia emocional. El estudio lo ha realzado Reem Raouda, una experta en psicología infantil que ayuda a padres y madres a llevar a cabo una educación en inteligencia emocional efectiva. Ha estudiado a más de 200 niños para ello y estas han sido las siete conclusiones a las que ha llegado.
Nombrar las emociones
Los padres que hablan con sus hijos de emociones desde que son pequeños y lo hacen con frecuencia, enseñan a sus hijos a saber expresar sus propias emociones. Nombrar las emociones, de las propias, dará las herramientas a nuestros hijos para identificar las suyas propias y a verlas como algo normal.
Dar espacio para el silencio
También es importante dar espacio a nuestros hijos para que procesen sus sentimientos, los identifiquen y puedan, así, hablar de ellos. Aceptar el silencio de los hijos y simplemente apoyarlos con un gesto, ayudará al niño a reflexionar más en profundidad sobre sus emociones.
Disculparse con sus hijos
Como padres, será importante demostrar a nuestros hijos que los errores son parte de la vida y que asumirlos es un signo de fortaleza y no de debilidad. El acto de disculparse y perdonar genera confianza y demuestra respeto y demuestra un trato de empatía para con los demás.
No forzar el decir “lo siento” o “gracias”
Será importante no imponer la amabilidad o el perdón y dejar que sean los niños y niñas quienes lo identifiquen por sí mismos y aprendan y confíen en que decir esas palabras parten de uno mismo. Se demostró que los padres que no decían a sus hijos que dijesen gracias, pero lo hacían ellos, luego los más pequeños sabían cuando decirlo.
No solucionar siempre sus problemas
Para que las personas aprendan desde pequeños a tomar decisiones, será importante dejarlos que, en algunos momentos concretos, decidan por ellos mismos. Es decir, resolver sus problemas siempre y, en lugar de esto, preguntarles a ellos que creen que deberían hacer. Esto fomentará su espíritu crítico y su confianza.
No menospreciar sus preocupaciones
Será relevante no despreciar las preocupaciones e inquietudes de nuestros hijos, por muy pequeña que pueda parecernos. Dando el valor y la posición que se merecen, validaremos las emociones de nuestros hijos y ayudaremos así a que conformen una buena autoestima y seguridad emocional.
Dejar que se aburran
Permitir que haya un espacio para que los más pequeños se aburran para que, de esta forma, desarrollen su creatividad, busquen nuevas inquietudes y a la vez acepten la calma y a disfrutar de su propia compañía.
Todas estas actitudes y comportamientos con los hijos, irán teniendo sus efectos en ellos y lo harán a largo plazo. Según Reem Rouda, de esta forma, conforme vayan creciendo, serán capaces de identificar sus emociones y saber qué hacer con ellas, cómo tratar a los demás y podrán entablar relaciones sanas con sus iguales. Finalmente, serán adultos responsables emocionalmente, que sepan, a su vez, transmitir todo esto a futuras generaciones.
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