Susana vive en Barcelona y, con 79 años, se encuentra en una situación tan sorprendente como dura: solo cobra 800 euros al mes de pensión y debe destinar la mayor parte al alquiler de un piso que habita desde hace más de medio siglo. Para hacer frente a los gastos, ha optado por alquilar sus dos únicas habitaciones a estudiantes, viéndose obligada a dormir en el salón. Pero eso no es todo…
El dilema de la jubilación y los gastos que superan los ingresos
Con un alquiler de 600 euros mensuales, Susana apenas dispone de 200 euros para el resto de sus necesidades. ¿Te imaginas tener que decidir entre pagar facturas de luz o comprar alimentos frescos? Es la encrucijada a la que se enfrenta cada mes. A pesar de llevar tanto tiempo en el mismo piso y beneficiarse de una renta por debajo de la media, el coste sigue representando el 75% de sus ingresos, una cifra insostenible para muchos pensionistas. A continuación, se muestra un breve cuadro resumen sobre sus principales gastos:
Concepto | Importe aproximado |
---|---|
Alquiler mensual | 600 euros |
Facturas de servicios (luz, agua…) | 80 – 100 euros |
Resto de necesidades | 100 – 120 euros |
Como puede apreciarse, el margen para imprevistos es prácticamente nulo, por lo que hasta una simple reparación en casa se convierte en un gran desafío.
El problema de la inflación y los altos alquileres en las personas jubiladas que no disponen de ahorros
El caso de Susana refleja la tensión sociolaboral a la que se enfrentan muchos mayores con pensiones reducidas y alquileres elevados. Ella confiesa que no pudo ahorrar lo suficiente durante sus años de vida laboral, en parte porque trabajó temporadas sin estar dada de alta. Por otro lado, la subida de precios en alimentos, suministros y otros productos básicos hace que los 200 euros disponibles cada mes se esfumen con rapidez. El resultado es la inseguridad permanente: cualquier gasto adicional puede romper su precario equilibrio económico.
Susana explica que, durante buena parte de su vida, tuvo contratos irregulares o incluso trabajó “en negro” por imposición de jefes que no le daban de alta. Esto redujo sus años de cotización y derivó en una pensión más baja de lo que esperaba. Además, haber dedicado gran parte de sus ingresos a pagar alquiler y gastos familiares impidió que reuniera un colchón económico para su vejez. De ahí que, a sus 79 años, siga buscando la forma de cubrir sus facturas y afrontar posibles averías en el hogar, un reto que vive con especial angustia. A modo de resumen, estas son algunas de sus dificultades cotidianas:
- No disponer de capital para imprevistos o reparaciones.
- Tener que compartir su vivienda con inquilinos jóvenes.
- Afrontar la soledad en una etapa en la que se busca descanso.
Así puedes sobrellevar la soledad y mantenerse activa cuando la pensión no alcanza
Pese a las complicaciones, Susana mantiene un espíritu vital gracias a sus aficiones. Dedica su tiempo a dibujar y cantar en coros gratuitos, lo que le permite relacionarse con otras personas y ocupar su mente en proyectos creativos. “Lo más difícil es la soledad”, reconoce, pero sostiene que cultivar hobbies sin coste ayuda a sobrellevar la tensión de vivir con un presupuesto tan ajustado.
En conclusión, la historia de Susana invita a reflexionar sobre el envejecimiento digno, la importancia de haber cotizado lo suficiente y la precariedad que afrontan muchos pensionistas. Para quienes se encuentren en situaciones similares, puede resultar útil buscar redes de apoyo o actividades gratuitas que mitiguen la soledad y alivien el estrés económico.