Pocas veces uno espera salir a bucear y toparse con un guía turístico de ocho brazos. Menos aún que ese guía sea, atención, un pulpo decidido a cogerte la mano. La australiana Jules Casey lo comprobó en primera persona durante una inmersión rutinaria cerca de la costa.
El cefalópodo no solo la enganchó con 1 tentáculo, sino que tiró de ella como quien indica “sígueme, que te va a gustar”. Nada de cofres repletos de monedas de 2 euros: el “tesoro” era otro, y bastante más emotivo. Aun así, la historia deja claro que la inteligencia pulpera merece un título universitario honorífico.
¿Cómo logró el pulpo llevar a Jules Casey hasta su “tesoro” submarino?
El encuentro comenzó cuando el animal extendió 1 brazo y se aferró a la mano de la buceadora, marcándole el rumbo por un trayecto que ella jamás habría elegido. Cada pocos metros, el pulpo se detuvo, giró su cabeza curiosa y comprobó que la humana seguía a rueda. Por lo tanto, no fue un movimiento aleatorio: parecía un paseo guiado con todas las de la ley, versión subacuática y sin pagar entrada.
Al final del recorrido, la sorpresa: varios objetos reposaban en el fondo y, entre ellos, 1 pequeña lápida de piedra. La pieza mostraba la foto de 1 hombre abrazando a 1 perrito blanco; Casey la vio solo después de que su cicerone de ventosas la colocara frente al frontal del recuerdo. Fue un instante emotivo para la buceadora, que interpretó el gesto como un “mira lo que guardo aquí” salido directamente del cerebro del cefalópodo.
¿Por qué este encuentro refuerza la idea de que los pulpos son unos genios?
Ya sabíamos que los pulpos superan pruebas que dejarían en evidencia a más de un mamífero. Sin embargo, una cosa es leerlo en un estudio y otra muy distinta sentir cómo 1 pulpo decide darte la mano y mostrarte su colección privada. De ahí que la anécdota, difundida por Casey en su perfil OneBreathDiver, sume un capítulo más a la larga lista de ejemplos que fascinan a la comunidad científica sobre la capacidad cognitiva de estos animales.
Disfrutar de un encuentro así puede ser inolvidable, pero conviene tener en mente un par de pautas básicas antes de lanzarse a la aventura.
- Observa sin invadir: si 1 pulpo te toca primero, adelante; si no, mantén una distancia prudente para no estresarlo.
- Déjate guiar con suavidad: igual que hizo Casey, evita movimientos bruscos que puedan interpretarse como amenaza.
- Respeta su espacio “privado”: si te muestra algún objeto, admíralo sin moverlo ni retirarlo de su sitio.
Cuidar estos detalles garantiza que la interacción sea segura tanto para ti como para la criatura y, de paso, le dejas intacta su reputación de anfitrión submarino de lujo.