A todos nos suena la estampa: un paseo al atardecer, el Puente Romano iluminado y, de fondo, las catedrales de Salamanca recortadas en el cielo. Lo que quizá no esperabas encontrar allí es a un visón americano zampándose el pienso de una colonia de gatos callejeros. Sí, ese mismo pienso que muchos dejamos con la mejor de las intenciones. El problema es que, mientras los gatos se relamen, este depredador importado se apunta a un buffet libre diario. Y, por si fuera poco, la Ley de Bienestar Animal le pone la alfombra roja. De ahí que la escena grabada por Jara y Sedal haya hecho saltar todas las alarmas ecológicas en cuestión de segundos.
¿Qué ha pasado a orillas del Tormes?
La secuencia es breve, pero contundente: a los pies del Puente Romano, un visón americano (Neovison vison) se acerca con total naturalidad a los cuencos rebosantes de pienso que alimentan a una colonia felina sin control. El vídeo, difundido por el medio Jara y Sedal, confirma que el animal ya se mueve con soltura por la ribera urbana del río Tormes.
No se trata de una anécdota aislada. Este mamífero carnívoro lleva años expandiéndose en España tras escaparse (o ser liberado) de antiguas granjas peleteras. Su presencia en pleno casco urbano evidencia que la frontera entre lo “natural” y lo “doméstico” se ha desdibujado peligrosamente.
Visón americano: el invasor que gana terreno con pienso felino
Procedente de Norteamérica, el visón americano está catalogado como una de las especies invasoras más dañinas para los ecosistemas fluviales europeos. Ágil, voraz y oportunista, se alimenta de aves acuáticas, peces, anfibios y pequeños mamíferos. Ahora también encuentra pienso gratis y diario, cortesía de las colonias felinas.
Por lo tanto, la oferta de alimento constante acelera su asentamiento. Que un ejemplar campe a sus anchas bajo las catedrales salmantinas indica que el problema ya no es solo rural, sino también urbano y, sobre todo, político.
Gatos callejeros y una ley bienintencionada que complica el panorama
La actual Ley de Bienestar Animal impide la captura y sacrificio de los gatos ferales, obligando a las administraciones a mantenerlos mediante programas de alimentación controlada. El resultado práctico: más felinos, más pienso y un ecosistema cada vez más desequilibrado.
Estos gatos son cazadores natos y, según admite el propio Ministerio para la Transición Ecológica, figuran entre las principales causas de mortalidad de especies protegidas como la cerceta pardilla o la focha moruna. Si a su impacto sumamos un nuevo depredador invasor, la ecuación amenaza con colapsar la biodiversidad local.
¿Qué dicen los científicos y por qué no se les escucha?
El biólogo salmantino Max Benito lleva años advirtiendo de las consecuencias de mantener colonias felinas sin control. Su voz se une a la de más de 900 científicos (varios de la Estación Biológica de Doñana incluidos) que firmaron una carta abierta contra el Anteproyecto de la ley actual.
Pese a las cifras y los avisos, la normativa se ha impuesto con un marcado sesgo sentimental: proteger al animal visible y olvidarse del invisible. El visón americano, encantado con la idea, sigue colonizando ríos y ahora también paseos urbanos. Antes de que cunda el pánico, conviene recordar que los ciudadanos tenemos margen de maniobra.
- Informa a tu ayuntamiento de cualquier avistamiento de visones o de colonias felinas descontroladas y exige planes de gestión compatibles con la conservación de la fauna autóctona.
Estas acciones, sencillas y al alcance de cualquiera, ayudan a las autoridades a detectar focos de invasión y a aplicar medidas de control. En consecuencia, reducirás el buffet libre que hace tan cómodo el desembarco del visón americano y protegerás la biodiversidad que todavía persiste en el Tormes.