Hawái da un paso más en la carrera por las energías limpias con la reciente botadura de la boya OE-35 en la bahía de Kaneohe. Este dispositivo hidrocinético marino, desarrollado por Ocean Energy USA, pretende convertir la energía de las olas en electricidad sostenible. Su puesta en servicio no sólo refuerza la independencia energética del archipiélago, sino que allana el camino para que otros países, entre ellos España, avancen en la búsqueda de un recurso similar bajo el mar.
La OE-35 es una boya de 826 toneladas, 38 metros de largo por 18 de ancho (con un calado de 9 metros). Está anclada en el Sitio de Pruebas de Energía de las Olas (WETS) de la Marina estadounidense, cerca de la isla de Oahu. Su funcionamiento es sencillo, pero revolucionario: aprovecha el movimiento de las olas para comprimir aire en cámaras internas, que se dirige a una turbina Wells capaz de generar electricidad casi continuamente, independientemente de la dirección del flujo de aire.
Con una potencia máxima de 1,25 megavatios, este prototipo puede no parecer enorme comparado con las necesidades totales de la red hawaiana. Sin embargo, el profesor Tony Lewis, director tecnológico de Ocean Energy, destaca su papel pionero: «Tras década y media de diseño y pruebas, el OE-35 demuestra que la energía marina está llamada a ser un puntal en la carrera mundial por la descarbonización».
El camino hacia la energía oceánica en Hawái ha sido forjado por el Centro Nacional de Energías Renovables Marinas de Hawái (HINMREC). Fundado en 2009 con el respaldo del Departamento de Energía de Estados Unidos, este centro impulsó proyectos como WETS y sentó las bases para que EO-35 se hiciera realidad. A pesar de que su financiación finalizó en 2019, HINMREC sigue apoyando iniciativas a través de la Universidad de Hawái, facilitando el intercambio de conocimientos entre investigadores, la Armada y socios privados.
Un tesoro que también persigue España
El inmenso potencial energético del océano no pasa desapercibido para otros países. De hecho, España está inmersa en la búsqueda de soluciones similares, con la esperanza de encontrar un «tesoro marino» que ayude a reducir la dependencia de los combustibles fósiles. El fuerte oleaje de algunas costas españolas podría alimentar la instalación de convertidores de energía undimotriz y otras tecnologías relacionadas con las corrientes marinas.
Europa en general se ha planteado «apostar fuerte» por la energía oceánica, contemplando modalidades como la mareomotriz, la osmótica o la de las corrientes, para diversificar el mix energético y avanzar hacia los objetivos de sostenibilidad marcados por la Unión Europea.
Los expertos calculan que el océano Pacífico podría abastecer hasta el 20% de la demanda de electricidad de Estados Unidos. Si el modelo de Hawai se consolida, otras regiones costeras con oleaje o mareas relevantes, incluidas Alaska o partes de la costa española, tendrían la oportunidad de replicarlo. Esto supondría un gran alivio para las zonas donde el suministro energético depende en gran medida de la importación de combustibles fósiles.
Más allá de la energía: minería y metales preciosos
Además de su capacidad para producir electricidad, los fondos marinos esconden enormes reservas de minerales como cobre, níquel y manganeso, así como cerca de 20 millones de toneladas de oro disueltas en el agua, según estimaciones de la NASA. Esta realidad ha espoleado la minería de los fondos marinos, una práctica que se está acelerando a falta de un consenso internacional que regule la extracción de recursos submarinos.
Aunque la minería podría alimentar el auge de la transición energética (baterías, vehículos eléctricos, dispositivos electrónicos), muchos expertos temen los efectos sobre la biodiversidad marina. Países como Nauru ya han presionado a la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA) para que inicie operaciones sin un marco jurídico suficientemente sólido.
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