Hace calor, el agua invita y, de pronto, notas algo blandito rozándote los tobillos: susto veraniego asegurado. Tranquilo, no se trata de la temida medusa que arruina tardes de chiringuito, sino de unas curiosas “columnas” transparentes llamadas salpas. Estos bichos, casi de ciencia ficción, llevan años apareciendo por nuestras costas y este 2025 no han querido perderse la fiesta.
Su cuerpo cilíndrico, de apenas unos milímetros a 10 centímetros, es tan frágil que se deshace al mínimo toque, lo que explica que muchos las confundan con plástico flotante. El motivo de su invasión masiva está en el menú: el fitoplancton ha florecido a lo grande y ellas, como buenas filtradoras, aprovechan el banquete. ¿Quieres saber si debes preocuparte o simplemente flipar en colores? Sigue leyendo.
¿Qué son realmente las salpas y por qué aparecen ahora?
Las salpas pertenecen al grupo de los tunicados, invertebrados marinos con una “túnica” externa que les da nombre. Funcionan como un diminuto motor hidráulico: aspiran agua por un sifón, la expulsan por el otro y, de paso, filtran el fitoplancton que necesitan para vivir. Cuando ese fitoplancton se dispara, como ocurre este verano, las colonias de salpas también lo hacen, formando impresionantes hileras de varios metros que bailan al ritmo de las olas.
A continuación tienes un repaso rápido a los años en que ya nos visitaron estas criaturas y el porqué de cada incursión:
Año | Zona afectada | Causa principal |
---|---|---|
2019 | Costas españolas | Floración de fitoplancton |
2021 | Costas españolas | Floración de fitoplancton |
2024 | Costas españolas | Floración de fitoplancton |
2025 | Costas españolas | Floración de fitoplancton |
Como ves, la película se repite cada cierto tiempo: mucho alimento disponible, muchas salpas en la orilla. Ni conspiraciones ni mutaciones extrañas, solo un ciclo natural que se activa cuando las condiciones de nutrientes, temperatura y corrientes se ponen de acuerdo.
¿Representan un peligro para los bañistas?
Spoiler: cero riesgo. A diferencia de las medusas, las salpas carecen de tentáculos urticantes y no liberan toxinas. De hecho, son tan delicadas que al tocarlas tienden a “desaparecer”, así que la amenaza es más bien al revés: nosotros podemos dañarlas a ellas pisándolas sin querer. Por lo tanto, si ves una cadena viscosa flotando, respira hondo y sigue con tu chapuzón.
Además, su presencia suele indicar un mar en buena forma. Un océano con abundante fitoplancton está produciendo oxígeno y alimentando toda la cadena trófica. Que haya salpas significa, en términos sencillos, que el motor biológico está funcionando.
¿Cómo reconocer una salpa en plena ola?
Primera pista: parecen barquitos de cristal con dos agujeritos en los extremos. Segunda pista: no tienen forma de campana ni hilos urticantes como las medusas. Si te fijas bien, tal vez veas un tono marrón o verdoso en su interior, señal de que se están poniendo las botas a base de fitoplancton. Suelen agruparse como si fueran cuentas de collar y pueden extenderse varios metros mar adentro, creando un espectáculo tan hipnótico como inofensivo.
Con todo, su transparencia y textura gelatinosa las hacen camaleónicas: medio segundo de distracción y podrías confundirlas con una bolsa de plástico rota. De ahí que sea útil conocer sus rasgos para evitar alarmas innecesarias.
¿Qué hacer si te topas con salpas en la orilla?
Aunque el primer impulso sea apartarlas, lo más sensato es contribuir a que sigan haciendo su trabajo ecológico. En la práctica, basta con seguir estos pasos:
- Observa sin tocar: recuerda que se desintegran con facilidad.
- Evita pisarlas, especialmente al entrar o salir del agua.
- No intentes devolverlas al mar a mano; la propia marea suele hacerlo.
- Si vas con niños, explícale el “truco” de distinguirlas de las medusas: ni pican ni tienen campana.
Siguiendo estas recomendaciones, proteges tanto a las salpas como a tus pies y, de paso, fomentas un verano más respetuoso con el medio marino.
¿Por qué importan para el ecosistema marino?
Las salpas son auténticas máquinas de limpieza: devoran fitoplancton, regulan su exceso y evitan problemas como la hipoxia (falta de oxígeno) que puede darse cuando estas microalgas se disparan. Además, convierten el carbono que ingieren en excrementos pesados que se hunden al fondo, un proceso apodado “lluvia de carbono” que ayuda a retirar CO₂ de la atmósfera.
Por si fuera poco, sirven de alimento a peces, aves marinas y otros invertebrados. Así cierran el círculo: controlan la base de la cadena y, a la vez, sostienen niveles superiores. En resumen, cada salpa que ves flotando es un pequeño eslabón que mantiene a flote, nunca mejor dicho, la salud del océano.