Imagínate que sales a pasear, café en mano, y alzar la vista te encuentras con un toro de acero que empequeñece hasta tus problemas de lunes. Suena a escena de película, pero es exactamente la ocurrencia que la Academia Española de Tauromaquia (con el beneplácito inicial de Vox Burgos) ha puesto sobre la mesa. El plan habla de una escultura de 300 metros de altura, tres veces y media más alta que la Catedral y casi tan visible como tu factura de la luz a final de mes.
La propuesta, claro, ha desatado tanto entusiasmo como incredulidad: ¿es posible plantar semejante ‘morlaco’ sin que se nos vaya la cuenta corriente a pastar? Y, sobre todo, ¿dónde se mete tú un bicho así sin volarte media ciudad? Vamos por partes.
¿Qué tamaño real tendría el ‘morlaco’ de 300 metros?
Para entender el disparate, o la genialidad, según se mire, conviene comparar números con calma. Hablamos de una figura que superaría al edificio más alto de España, la Torre de Cristal (249 m), y que solo quedaría por detrás de la antena militar de Guardamar del Segura (380 m). Visto desde Burgos, el nuevo toro escalaría hasta eclipsar la aguja de la Catedral, que se queda en 88 m, y dejaría en anécdota a la nueva Torre Zenit (72 m) y a las modestas Torres Dúo (58 m).
Estructura | Altura (m) |
---|---|
Toro propuesto por Vox | 300 |
Torre de Guardamar (telecomunicaciones) | 380 |
Torre de Cristal, Madrid | 249 |
Catedral de Burgos | 88 |
Torre Zenit, Burgos | 72 |
Torres Dúo, Burgos | 58 |
Como ves, el astado se plantaría en segundo puesto dentro del ranquin nacional de alturas. Además, mantener la proporción de un toro de lidia (1,4 – 1,6 m de alto y 2,3 – 2,7 m de largo) implica una envergadura de unos 500 m: para que las patas no salgan “paticortas”, haría falta una parcela de más de 200 000 m². Traducido: tocaría buscar terreno a las afueras porque en pleno casco urbano no cabe ni en sueños.
¿Dónde cabe semejante bestia metálica sin doblar el mapa?
Primero, la ubicación. Burgos capital no dispone de un solar urbano tan amplio; el casco histórico está demasiado comprimido y los barrios periféricos tampoco ofrecen 20 hectáreas libres y a tiro de piedra. Por consiguiente, todo apunta a que habría que mirar a suelo rústico o industrial en el extrarradio, con los consiguientes trámites de recalificación urbanística y estudios de impacto (esos papeles que siempre llegan con letra pequeña y plazos eternos).
Segundo, la logística. Un toro de 500 m de longitud no es un simple monumento; es casi una microciudad con cuernos. Solo la distancia entre puntas se iría a 200 m, la cola mediría 160 m y, atención, los testículos colgarían 30 m (el equivalente a diez plantas de un bloque residencial). Visto así, igual no conviene ubicarlo muy cerca de edificios sensibles… No vaya a ser que nos llevemos un susto en la sombra.
¿Cuánto podría costar este capricho taurino?
Aquí llega la parte donde el bolsillo se pone a temblar. La Academia asegura que correría con la factura, pero no ha soltado ni una cifra concreta. Como referencia, la Torre Eiffel (prima lejana de hierro) costó 7,8 millones de francos oro en 1889, lo que hoy ronda los 45 millones de euros. Y eso sin sumar el suelo, que en Burgos no se regala con los pinchos. ¿Se disparará el presupuesto? Apostaríamos el precio de un café a que sí, pero de momento nadie muestra la cartera.
Por otro lado, no se conocen detalles sobre el material exacto ni la técnica constructiva. El primer boceto, generado con inteligencia artificial, sugiere una estructura reticulada «a lo Eiffel». Si finalmente se confirma esa línea, el peso y los cimientos rozarían cifras mareantes que obligarían a un estudio geotécnico específico… y a más ceros en la factura, por supuesto.