Todos hemos pensado alguna vez que, si pudiésemos plegar los fiordos como una hoja de papel, ir de norte a sur por Noruega sería un paseo. De momento toca encadenar ferris, curvas y café de máquina para cubrir casi 2.000 kilómetros. Pero el país ha decidido dejar de marear la perdiz (y a los conductores) con Rogfast, un túnel submarino de 26,5 kilómetros que discurrirá a 400 metros de profundidad.
La idea es simple: perforar la roca, meter cuatro carriles y recortar once de las veintiuna horas que hoy exige la costa. Lo ambicioso llega cuando descubres que será el túnel carretero más largo y profundo del planeta. Y lo mejor: el trayecto se finiquitará en apenas treinta y cinco minutos, casi lo que tardas en decidir qué podcast poner.
¿Qué problema resuelve realmente Rogfast?
Viajar por la E39, la actual arteria costera de 1.090 kilómetros que conecta Trondheim con Kristiansand, significa detenerse siete veces para coger un transbordador. Con mal tiempo, estos barcos se desvían y el reloj se dispara. Al excavar una conexión directa entre Randaberg y Bokn, Rogfast elimina los ferris y evita los rodeos invernales, reduciendo once horas de asfalto, mareos y espera.
Además, el impulso logístico es evidente: menos tiempo al volante supone más camiones entregando antes y más turistas repartiendo coronas por las cafeterías de la ruta. En plena transición ecológica, que un camión tarde medio día menos en cruzar el país suena a música para cualquier balance de emisiones.
Lo que impresiona al primer vistazo
A continuación tienes, negro sobre blanco, las cifras clave que están reescribiendo los récords de la ingeniería de túneles:
Dato | Valor |
---|---|
Longitud total | 26,5 km |
Profundidad máxima | 400 m bajo el nivel del mar |
Carriles | 4 (dos por sentido) |
Tiempo estimado de trayecto | 35 minutos |
Inicio de obra | 2018 |
Final previsto | 2033 |
Presupuesto total | 1.900 millones € |
Con estas magnitudes, Rogfast se convertirá en el túnel de carretera más largo y profundo del mundo con cuatro carriles y, de paso, en la intersección subterránea más profunda jamás construida.
¿Quién paga la fiesta y cuánto te tocará rascarte el bolsillo?
Aquí llega la parte con la que el contribuyente suele echar humo. El presupuesto se eleva a 1.900 millones de euros. El 40 % saldrá directamente de las arcas del Gobierno noruego, mientras que el 60 % se recuperará vía peaje: unas 30 libras (unos 35 euros) por coche. Sí, suena a tarifa de fast-track aeroportuario, pero recuerda que te quitas once horas de carretera, siete ferris y unos cuantos cafés aguados.
Por supuesto, siempre hay quien gruñe por las tasas. No obstante, quienes gestionan la obra insisten en que la inversión se amortizará antes de que termine la década siguiente gracias al flujo constante de vehículos locales, camiones de mercancías y autobuses turísticos.
¿Cuándo podrás pisar el acelerador bajo el mar?
La excavadora empezó a morder roca en 2018, pero la pandemia frenó los avances durante más tiempo del que cualquiera quisiera admitir. Con el cronograma actualizado, la perforación y los trabajos de acabado se alargarán hasta 2033. Sí, todavía queda, pero hablamos de ingeniería de alta costura a 400 metros bajo el lecho marino: cada explosión, cada ventilador y cada hormigonera requieren precisión quirúrgica.
Mientras tanto, las autoridades ultiman los accesos y la señalización inteligente que regulará el tráfico. El objetivo es que, el día de la inauguración, cualquier conductor necesite solo un GPS actualizado y algo de paciencia para la foto obligatoria.
Preparativos para tu primer viaje por el túnel
Antes de lanzarte a la aventura submarina, conviene revisar un par de detalles prácticos:
- Actualiza el navegador para evitar rodeos que ya no existen.
- Reserva el peaje digital: se cobra por matrícula y ahorras colas.
- Comprueba frenos y luces; 26,5 kilómetros sin ver el sol no son broma.
- Llena el depósito: no querrás parar en mitad del túnel.
- Elige una playlist de al menos 35 minutos si no quieres acabar cantando en bucle el mismo estribillo.
Con estos pasos, el estreno será tan sencillo como pagar, acelerar y disfrutar del viaje sin mar de por medio. Por tanto, Rogfast no es solo un agujero gigantesco en el lecho de un fiordo: es la promesa de convertir un trayecto eterno en un salto de media hora, con menos ferris, menos bostezos y, vale, un peaje que, por una vez, podría merecer la pena.