¿Te imaginas llegar a un pueblecito andaluz y descubrir que, en lugar del blanco de siempre, todo reluce en azul eléctrico? Júzcar, a solo media hora de Ronda y a una hora escasa de Málaga capital, decidió un buen día cambiar de traje y lo hizo a lo grande.
Desde 2011, sus casi doscientas casas lucen el mismo tono que los famosos pitufos, esos diminutos personajes de dibujos que han marcado la infancia de varias generaciones. El experimento no solo alegró la vista: disparó la llegada de turistas y revolucionó la vida de poco más de 230 vecinos censados en 2024. Cuentan que quienes entran por primera vez se quedan mudos ante tanto azul, y que las fotos con las setas gigantes son casi obligatorias. ¿Te pica la curiosidad? Sigue leyendo y lo entenderás.
¿Cómo se convirtió Júzcar en la primera aldea azul?
Todo empezó en 2011, cuando Sony Pictures buscaba un lugar pintoresco para promocionar su película Los pitufos 3D. La productora necesitaba un escenario real que imitara la aldea de los dibujos y Júzcar, entonces blanco como la tiza, levantó la mano. Los vecinos se animaron, rodillo en mano, y cubrieron fachadas, muros y hasta la iglesia con pintura azul.
El resultado fue un éxito inmediato: aquel mismo año el flujo de visitantes se disparó y, tras una consulta popular, el pueblo decidió mantener su nuevo color de por vida. Para redondear el reclamo, llegaron figuras enormes de Papá Pitufo, Pitufina o el malvado Gargamel, además de murales y grafitis que alimentan la cámara de cualquier móvil curioso.
¿Cuántos kilos de pintura hicieron falta y por qué merece la pena?
Para teñir por completo las casi 200 viviendas y edificios municipales se usaron 9 000 kilos de pintura, una cifra que daría para cubrir varias piscinas olímpicas. El cambio, además de dar trabajo a los pinceles, convirtió a Júzcar en uno de los destinos más fotografiados de la Serranía de Ronda: 59 000 personas pasaron por sus callejuelas en 2013, récord absoluto de la localidad.
Hoy la afluencia ronda las 40 000 visitas anuales y sigue subiendo, impulsada sobre todo por españoles de todas las comunidades, portugueses, turcos y británicos que vienen atraídos por la mezcla de naturaleza, color y nostalgia animada.
Qué no te puedes perder si visitas Júzcar
Antes de lanzarte a callejear, ten a mano esta lista imprescindible:
- Figuras gigantes de los pitufos, del filósofo al gruñón, pasando por Pitufina y Papá Pitufo.
- Grafitis con códigos QR que narran historias locales y aventuras azules.
- Iglesia parroquial de Santa Catalina, del siglo XVI.
- Antigua Fábrica de Hojalata, hoy bodega con catas y degustaciones.
- Museo Micológico, epicentro de la pasión por las setas de la zona.
Todos estos rincones se encuentran a pocos pasos unos de otros, así que podrás recorrerlos sin prisas y sin necesidad de coche. Además, las callejuelas, todas en cuesta, no nos engañemos, regalan miradores naturales perfectos para llevarse el selfie de rigor.
¿Qué pasó con la palabra «pitufo» y los derechos de autor?
En 2017, Júzcar topó con un escollo de esos que huelen a despacho: la productora dueña de los derechos pidió al Ayuntamiento no usar más el término “pitufo” en su promoción. Tocó ceder y rebautizarse como “aldea azul”, un giro burocrático que, por suerte, no restó encanto al lugar.
Aunque el cartel haya cambiado, el atractivo cromático permanece intacto. De hecho, irónicamente, el litigio ha servido de anécdota sabrosa para las visitas guiadas: nada como un pequeño choque legal para darle vidilla a una historia ya de por sí pintoresca. Así que, pitufo o aldea azul, Júzcar sigue siendo ese rincón que demuestra que un bote de pintura o, bueno, 9 000 kilos, puede transformar por completo el destino de un pueblo entero.