Este es el chiringuito favorito de la reina Sofía en Málaga, famoso por sus espetos y fritura tradicional

Pocas estampas veraniegas hay más reconocibles que la de pelearte con la sombrilla, terminar cubierto de arena y, acto seguido, premiarte con un espeto a un palmo del mar. En Málaga lo saben bien y, para colmo, comparten chiringuito con la realeza. Hablamos de Rocamar, en pleno Paseo Marítimo Antonio Machado, parada obligatoria para turistas y malagueños.

Si la reina Sofía repite visita, algo tendrán esos espetos que no está en los manuales de protocolo. Entre sardinas que chisporrotean y una terraza con vistas que quitan el hipo, el local se ha ganado a pulso su fama. Y lo mejor: degustar medio Mediterráneo cuesta lo mismo que una ronda de recibos en agosto, unos 20 – 30 euros por cabeza.

¿Dónde está Rocamar y por qué todo el mundo habla de él?

Rocamar se levanta en el barrio de Huelin, exactamente en el Paseo Marítimo Antonio Machado, a un par de pasos de la orilla. Su fachada de madera, que recuerda a una cabaña marinera de las de siempre, llama la atención antes incluso de que el aroma a brasas haga el resto.

El chiringuito abrió sus puertas hace ya décadas y se ha convertido en un pequeño templo gastronómico donde el mar es el único telón de fondo. Sus vistas infinitas y el bullicio playero crean un ambiente que atrapa tanto a los habituales como a los curiosos de paso.

Los espetos que conquistaron a la reina Sofía

Durante la Semana Santa de 2024, doña Sofía aprovechó un respiro en su agenda oficial para sentarse, una vez más, en las mesas de Rocamar. Según reconocieron los propios dueños, la emérita «ha vuelto a degustar nuestros platos, haciendo especial mención a nuestros espetos de sardinas y dándole personalmente la enhorabuena a nuestro espetero».

No era la primera vez que la exmonarca sucumbía a la combinación de sal, fuego y limón. Sus visitas periódicas han reforzado el aura de «local de culto» en torno a Rocamar, que ya luce un Solete Repsol gracias al chef malagueño José Carlos García.

Qué pide la carta: del espeto al arroz con bogavante

La oferta culinaria recorre la cocina malagueña de punta a punta. El espeto, alma de la casa, comparte protagonismo con frituras crujientes y arroces que llegan a la mesa humeantes.

  • Espetos.
  • Fritura malagueña variada, con salmonetitos, calamaritos y boquerones;
  • Arroz caldoso con bogavante, ideal para los que prefieren cuchara;
  • Mariscos frescos como almejas, vieiras, conchas finas y carabineros;
  • Opciones carnívoras: hamburguesa, entrecot, presa ibérica y pechuga de pollo.

No faltan clásicos como la porra antequerana, las croquetas caseras o la pipirrana de pulpo, perfectos para abrir boca sin desfondar la cartera.

Horarios, precios y consejos prácticos para tu próxima escapada

En temporada alta, las brasas se encienden a las 10:00 y no se apagan hasta las 00:00, tiempo de sobra para apurar el último chapuzón y llegar con hambre. El ticket medio ronda los 20 – 30 euros por persona, cifra razonable si se compara con esos menús «gourmet» que rondan por ahí y que hacen sudar la VISA antes de probar bocado.

Para exprimir la visita, conviene llegar temprano (las mesas junto al pasillo central vuelan) y preguntar por los pescados del día, que cambian según la lonja. Si vas en coche, toma aire: aparcar en Huelin en pleno verano es deporte de riesgo, así que calcula un margen extra o apuesta por el transporte público. Y, por supuesto, recuerda que los espetos se comen con la mano y sin remilgos: protocolo real opcional, un buen chorreón de limón obligatorio.

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