A cualquiera le suena eso de plantarse delante de un temario y sentir que las páginas se multiplican como gremlins mojados. Quien haya pasado por unas oposiciones sabe que el café se vuelve compañero de piso, que el boli acaba sin tapa y que la palabra “repasar” se convierte en un mantra diario. En ese escenario, María Llagunes, funcionaria del Cuerpo Técnico de la Administración General (TAG), ha logrado lo impensable: memorizar todo el contenido sin perder la cordura ni hipotecar más neuronas de la cuenta.
Su hazaña se ha hecho viral gracias a su perfil de TikTok (@maria.llagunes), donde comparte, con desparpajo, el truco que le ha dado la plaza. Spoiler: no hay pócimas secretas ni apps milagrosas, sino papel y bolígrafo de toda la vida. ¿Te suena humilde? Pues espera, que aquí viene lo bueno.
¿Cuál es el truco que le ha dado la plaza?
El método de Llagunes se resume en un verbo que muchos opositores daban por extinto: escribir. “Lo que más me ha ayudado a memorizar a medio y largo plazo ha sido escribir muchísimo”, confiesa sin rubor. Ni test, ni subrayadores fosforitos en serie; ella apostó por transcribir las leyes al pie de la letra. Eso sí, lo hizo con mimo: reorganizó párrafos, jugó con colores y diseñó esquemas que harían sudar a más de un diseñador gráfico.
Estos cambios de formato no son capricho estético. “La ley es muy plana, es todo blanco y negro, se hace muy aburrido”, explica la funcionaria. Con su versión vitaminada, el texto cobra vida y, de paso, la memoria agradece los guiños visuales. De ahí que su técnica haya enamorado a miles de opositores, cansados de pelear con el sopor que provoca la burocracia (y sus infinitos artículos).
¿Por qué escribir a mano mejora la memoria?
Escribir sin mirar aquello que ya se ha memorizado, refuerza la huella mental, algo así como repasar sin darte cuenta de que repasas. “Si tenéis memoria fotográfica, ayuda muchísimo”, insiste Llagunes. Al ceñirse a la palabra escrita, cada artículo y disposición adicional se fija en la mente con mayor nitidez que si solo se leyeran en bucle.
Además, la escritura manual obliga a un ritmo pausado; no hay scroll frenético que valga. Ese tempo lento permite al cerebro procesar la información con más profundidad, como si reacondicionara la materia gris para una mudanza de datos duradera. El resultado, según la propia funcionaria, compensa con creces el tiempo invertido: “A largo plazo habrá merecido la pena ese tiempo que habéis invertido en ello”.
Cómo aplicar la técnica paso a paso
Antes de lanzarte a comprar cuadernos al por mayor, conviene tener claro el procedimiento.
- Selecciona la norma que vayas a estudiar y léela una vez para situarte.
- Transcribe el texto literal a mano, respetando el orden original.
- Reordena y colorea: agrupa conceptos, usa colores distintos para títulos y ejemplos, y dibuja esquemas sencillos.
- Escribe de memoria partes clave sin mirar el original; comprueba y corrige.
- Repasa con tus apuntes: ahora el texto es tuyo, no del BOE.
Con esta secuencia, cada sesión de estudio se convierte en un ejercicio activo, casi artesanal, que ata los conceptos al papel… y a tu cabeza.
¿Merece la pena invertir más tiempo?
Quien prepare oposiciones sabe qué cronómetro y estrés van cogidos de la mano. Por eso, dedicar horas extra a reescribir leyes puede sonar a pesadilla. Sin embargo, Llagunes defiende que la inversión es rentable: el aprendizaje se consolida y reduce la necesidad de repasos maratonianos a última hora.
En conclusión, si la montaña de temario te parece imposible, quizá sea cuestión de desempolvar el bolígrafo y dejar que la tinta haga magia. Al fin y al cabo, como demuestra el ejemplo de María Llagunes, a veces los métodos más sencillos (y un toque de memoria fotográfica) son los que terminan asegurando la ansiada plaza.