La próxima vez que hojees el BOE con tu café, quizá eches en falta la coletilla “de los Diputados”. Y es que el Gobierno de coalición quiere rebautizar el Congreso y quitarle el apellido de toda la vida. Suena sencillo, como cambiar el nombre de un grupo de WhatsApp, pero la cosa tiene más burocracia que una renovación del DNI en agosto.
Aunque el Ejecutivo presume de modernizar el lenguaje, la mudanza se queda en papel mojado si hablamos de Constitución y fachada. Vamos, que todo apunta a un cambio estético en los documentos internos y poco más.
¿Qué pretende exactamente el Gobierno con el cambio de nombre?
El plan de PSOE y Sumar pasa por reformar el Reglamento de la Cámara Baja para que el edificio se llame simplemente “Congreso”. Eliminar “de los Diputados”, considerado sexista por no mencionar explícitamente a las diputadas, sería, según ellos, un guiño a la igualdad.
Ahora bien, la Real Academia Española ya dejó claro que el masculino genérico abarca a hombres y mujeres. Por tanto, la modificación parece más un gesto simbólico que una revolución lingüística. Aun así, saldrá adelante gracias al respaldo de ERC, Junts, PNV, Bildu, Podemos, BNG y CC en la votación de este martes.
Los números no cuadran: mayorías y aritmética parlamentaria
Hasta el más despistado con las matemáticas sabe que la Constitución no se cambia con una simple mayoría. El artículo 66.1 exige una reforma constitucional avalada por tres quintos de cada Cámara: 210 votos en el Congreso y una cifra similar en el Senado.
- Suma máxima de PSOE y socios: 178 votos (pendiente de lo que haga el independiente José Luis Ábalos).
- Votos necesarios: 210 en el Congreso, mayoría de tres quintos.
- Escollos adicionales: mayoría absoluta del PP en el Senado y la oposición frontal de PP, Vox y UPN.
En consecuencia, la aritmética se queda corta y el texto de la Carta Magna seguirá diciendo que las Cortes Generales están formadas por el “Congreso de los Diputados y el Senado”.
La fachada, otro muro legal
Quien espere ver andamios en la Carrera de San Jerónimo tendrá que sentarse cómodamente: el Palacio de las Cortes es Bien de Interés Cultural desde la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español. Cualquier retoque exterior necesita la luz verde de la Comunidad de Madrid, competente en la materia.
Dicho de otro modo, Isabel Díaz Ayuso decide. Y, vistas las críticas previas del PP al cambio de nomenclatura, resulta difícil imaginar que autorice sustituir el histórico rótulo por otro más “inclusivo”. Así que los letreros de bronce seguirán intactos.
Si trabajas o tramitas papeles con la Cámara Baja, verás que los escritos oficiales obviarán “de los Diputados” en los encabezados. Nada más. Tu declaración de la renta, tus contratos o tus oposiciones no se alteran; la Constitución, los leones y la placa de la puerta permanecen tal cual.
Por tanto, guarda la calma: este cambio no implica nuevos impuestos, ni turnos extra en el registro, ni pasar por ventanilla única. De hecho, a efectos legales y patrimoniales, seguirá siendo el mismo Congreso… solo que con un apodo más corto en sus propios papeles.