El nuevo reto viral que casi acaba con la vida de una adolescente: “tomar el mayor número posible del fármaco más fuerte que tuvieran los padres en casa”

Guardas analgésicos “por si acaso”, jarabes medio olvidados y hasta aquel blíster que sobró del último esguince. Nada raro: todos tenemos un mini‑botiquín en casa. El problema llega cuando la curiosidad adolescente se mezcla con las redes sociales y ese cajón se convierte en una ruleta rusa. Así le ocurrió a una chica de la Comunidad Valenciana que, de madrugada y móvil en mano, decidió tragarse “el medicamento más fuerte que hubiera en el armario”.

El reto era tan absurdo como letal: consumir el mayor número posible de pastillas potentes y colgar luego el logro en internet. El resultado fue menos épico y más dramático: UCI, varios días ingresada y un susto que ha puesto los pelos de punta a familias y sanitarios.

¿Qué le pasó exactamente a la menor valenciana?

Primero llegó la ingesta masiva de un fármaco neurológico; luego, la confusión y el accidente doméstico que alertó a la familia. La adolescente terminó en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI, la zona del hospital donde los pacientes graves reciben vigilancia las 24 horas) con una intoxicación tan seria que alteró su nivel de consciencia y comprometió su vida.

Los análisis iniciales no detectaron la sustancia, explican las pediatras del Hospital de Manises, y solo pruebas posteriores revelaron niveles peligrosos del medicamento. Una vez estable, la menor confesó que lo hizo “por jugar, por ser parte del grupo”. Así de simple y así de peligroso.

¿Por qué engancha tanto un reto que roza la locura?

Sentirse parte de la pandilla pesa más que cualquier advertencia adulta. Un estudio realizado en La Rioja refleja que uno de cada diez adolescentes se ha lanzado a retos virales peligrosos. La lógica es aplastante: “Si un amigo lo hace, ¿por qué no yo?”. El fenómeno no se limita a tragarse pastillas. Golpes, autolesiones o saltos desde alturas imposibles se multiplican a golpe de scroll. Y, a diferencia de los “juegos” de hace dos décadas, hoy la difusión es instantánea: un vídeo puede alcanzar miles de pantallas en minutos, haciéndolos cada vez más extremos y competitivos.

Las pediatras implicadas subrayan que estos pacientes “requieren una intervención multidisciplinar” que combine atención médica, psiquiatría y trabajo social. Traducido: no basta con estabilizar la intoxicación; hay que abordar las heridas emocionales y la presión del entorno digital. Además, los servicios de urgencias no siempre están preparados para identificar rápidamente fármacos nuevos o poco habituales en sangre. Eso explica que, en este caso, el diagnóstico certero llegara más tarde de lo deseado.

¿Estamos vigilando de verdad el uso del móvil en casa?

La teoría es clara; la práctica, no tanto. Aunque algunos padres presumen (con toda la lógica del mundo) de que “mis hijos no tienen teléfono”, la realidad estadística es rotunda: el 98,5 % de los adolescentes españoles ya está en al menos una red social, según una macroencuesta de UNICEF con 50.000 jóvenes.

Peor aún, el 58,4 % se lleva el móvil a la habitación por la noche y más de un 20 % lo usa pasada la medianoche. Sin adultos vigilando, la ventana perfecta para estos desafíos se abre cuando la casa duerme.

Pasos prácticos para evitar otro susto en casa

Antes de que el siguiente reto se vuelva viral, conviene pasar de la teoría a la acción.

  • Hablar, no sermonear: pregúntales qué retos conocen y qué opinan de ellos; la conversación franca vale más que un monólogo alarmista.
  • Revisar el botiquín: guarda los medicamentos fuertes bajo llave o, directamente, llévalos a la farmacia para su reciclaje si ya no los usas.
  • Poner normas nocturnas: acordad dejar los móviles fuera del dormitorio; si el 58,4 % se lo lleva, que tu casa pertenezca al 41,6 % restante.
  • Enseñar a identificar riesgos: explícales que una UCI no es un nivel extra de un videojuego, sino el último recurso para salvar vidas.
  • Acompañar en lo digital: instala controles parentales o, mejor aún, comparte tiempo en línea con ellos; saber con quién chatean disipa muchas incógnitas.

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