¿Quién no ha sentido ese pequeño cosquilleo en el estómago cuando ve un coche patrulla aparecer por el retrovisor? Pues eso mismo les pasó a dos hombres que circulaban en una Ford Ranger hace apenas cinco meses.
Dos agentes de la Guardia Civil, mosqueados por unos objetos largos que asomaban por la caja de la pick‑up, decidieron pararlos por si llevaban escopetas de caza a la vista. El conductor, con calma digna de concurso de televisión, aseguró que eran cañas de pescar, pero aun así invitó al copiloto a bajarse y mostrarlas. Entre ceja y ceja: confirmar que no eran armas mal transportadas. Y sí, al final resultó que lo único peligroso era quedarse sin merluza para la cena.
¿Por qué los agentes dieron el alto?
Primero, porque cualquier objeto que sobresalga de un vehículo debe ir señalizado; si además se parece a una escopeta, la sospecha está servida. Los agentes se situaron detrás de la Ford Ranger hasta llegar a un lugar seguro y, con la típica calma de los que se saben dueños de la situación, pidieron detener el vehículo en el arcén.
Segundo, porque las normas de transporte de armas de caza son estrictas: deben ir descargadas, en su funda y lejos de la vista rápida. Desde el coche patrulla lo que asomaba por la caja parecían cañones de escopeta, así que el alto preventivo estaba cantado, aunque el susto quedó en agua de borrajas… o mejor dicho, en agua de río.
¿En qué quedó la sanción?
Los agentes constataron que, en efecto, eran cañas de pescar mal colocadas y sin señalizar. Técnicamente, infringían el reglamento de tráfico: una falta leve que podría costar 80 euros. Sin embargo, quizá porque también “todos los días se aprende algo”, los guardias optaron por la vía pedagógica y se limitaron a dar una advertencia.
Moraleja: esas cañas salieron baratas. Ocho decenas de euros siguen siendo mejor en el bolsillo que en forma de multa, y una señal roja amarrada con bridas cuesta bastante menos que una salida improvisada al cajero más cercano.
Cómo transportar armas de caza sin problemas
Mover escopetas o rifles por carretera no es un “pongo el arma y tiro millas”; la ley pide cumplir varios pasos muy concretos. Antes de arrancar, conviene repasarlos para evitar que la próxima parada no venga con receta incorporada:
- Llevar licencia de armas, guía de pertenencia y, si se cruza frontera, la tarjeta europea de armas de fuego.
- Transportar el arma descargada y dentro de su funda cerrada.
- Guardar la munición aparte y separada físicamente del arma.
- Colocar todo el conjunto fuera del alcance de los ocupantes, preferiblemente en el maletero.
- Revisar las normas locales del destino: no todas las comunidades autónomas miran igual los detalles.
Cumplir estas pautas evita multas, sorpresas y, sobre todo, convierte el viaje en un simple trámite sin sobresaltos.