Un nuevo estudio pone fecha y lugar a uno de los mayores riesgos climáticos del siglo XXI: regiones del sur de Asia, el Golfo Pérsico y parte del interior de España podrían alcanzar temperaturas incompatibles con la vida humana en apenas 25 años.
La emergencia climática ya no es una hipótesis de futuro, sino una realidad medible. Y sus efectos podrían redefinir las fronteras de la habitabilidad en el planeta. Un reciente análisis elaborado por la NASA, en colaboración con universidades y redes de monitoreo global, alerta de que varias regiones del mundo podrían quedar inhabitables para el ser humano a partir de 2050 si las temperaturas continúan en ascenso. El estudio se basa en el análisis del llamado índice de “bulbo húmedo”, una variable que combina calor y humedad para calcular la capacidad del cuerpo humano de enfriarse mediante la sudoración.
¿Qué es exactamente el “bulbo húmedo”?
Se trata de una medida que evalúa la temperatura mínima que puede alcanzar un cuerpo al evaporar agua. A efectos prácticos, sirve para estimar hasta qué punto el cuerpo humano puede refrigerarse a través del sudor.
Según la NASA, cuando el valor del bulbo húmedo supera los 35 ºC, incluso una persona sana en reposo, con sombra y acceso ilimitado a agua, corre un alto riesgo de fallecer. Y lo preocupante es que algunos lugares ya han registrado picos por encima de este umbral.
Más de 150.000 muertes al año por calor extremo
Entre 1990 y 2019, se estima que el calor fue responsable de unas 153.000 muertes anuales en todo el mundo, según datos recopilados por la Red de Investigación Colaborativa Multipaís Multiciudad (MCC), un consorcio científico que integra datos de 750 ciudades en 43 países.
El estudio, liderado por el investigador Yumung Guo (Universidad de Monash, Australia) y con participación española, ha detectado que Asia fue la región más afectada en términos absolutos, mientras que Europa presentó la mayor mortalidad relativa. En Latinoamérica y el Caribe, las cifras se sitúan en torno a 3.400 muertes por año, lo que representa 62 por cada 10 millones de habitantes.
¿Dónde se alcanzarán niveles incompatibles con la vida?
Colin Raymond, climatólogo del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, ya lo advirtió en 2020: el sur de Asia, el Golfo Pérsico y el Mar Rojo serán de los primeros en sobrepasar los 35 ºC de bulbo húmedo de forma sostenida. La combinación de temperaturas elevadas y altos niveles de humedad en esas regiones podría hacer inviable la supervivencia sin asistencia tecnológica (como el aire acondicionado) durante ciertas épocas del año.
A medio plazo, la amenaza se extenderá a otras zonas densamente pobladas. Para el año 2070, se prevé que partes del sudeste asiático, el este de China y algunas zonas de Brasil podrían sufrir episodios similares. La evolución dependerá del ritmo de emisiones globales, pero incluso en escenarios moderados, el umbral de riesgo será superado con frecuencia creciente.
España: tres meses al año con temperaturas extremas
Nuestro país no queda al margen de esta tendencia. El informe The Future We Don’t Want, elaborado con datos de satélites del NCCS (el Centro de Simulación Climática de la NASA), advierte de que Madrid, parte de la Comunidad Valenciana y de Andalucía podrían experimentar tres meses consecutivos al año con temperaturas de 35 ºC o más a mediados de siglo.
Aunque la humedad relativa de estas regiones es inferior a la de los trópicos, la persistencia del calor supone un riesgo claro, sobre todo para colectivos vulnerables.
¿Quiénes están más expuestos al calor letal?
Los efectos del calor extremo no afectan por igual a toda la población. Entre los grupos con mayor riesgo están:
- Trabajadores al aire libre, como agricultores, operarios de obra o personal de mantenimiento.
- Personas con enfermedades crónicas, especialmente cardiovasculares o respiratorias.
- Individuos sin acceso a refrigeración o condiciones habitacionales adecuadas, incluidos muchos mayores que viven solos o personas en situación de pobreza energética.
Una cuenta atrás con fecha y nombre
El cambio climático deja de ser una amenaza difusa y pasa a ser una advertencia con coordenadas geográficas y fechas concretas. Y aunque todavía es posible evitar los escenarios más extremos con una reducción drástica de emisiones, la inercia del sistema climático hace que, incluso en el mejor de los casos, el calor será uno de los desafíos más urgentes de las próximas décadas. La pregunta ya no es si hará más calor, sino quién podrá sobrevivir a él.